Colectivos llenos. El febril ritmo de la terminal de ómnibus cordobesa lo muestra claramente: los jóvenes que poblamos con estudiantil presencia Gran Córdoba, partimos.
La Rioja, Jujuy, Salta, La Pampa o Catamarca, por citar algunos, son los carteles indicadores de los vehículos que mayor cantidad de chicos transportan de regreso a sus provincias.
De esta manera, con la mayoría de los chicos y chicas que vivimos en Córdoba de vuelta en el pago, esta columna dejará de hacerse presente viernes tras viernes.
Sin embargo, el año que viene, para tedio de algunos y alegría de otros, este cronista volverá a requerir de su tiempo para llevarlos de paseo por la mediterránea ciudad, y así conocer un poco más a ese gigantesco y heterogéneo grupo que nos congratulamos en llamar “la changada en Córdoba”.
Pasaron parciales y finales. Pasaron partidos y reuniones. Estudiantes primerizos dejaron de serlo y otros tantos terminaron sus carreras. En paralelo, marcando el proseguir continuo de nuestros días, el 2007 se dispone a pasar también.
Con el año dando sus últimos y acalorados pasos, la changada catamarqueña se encuentra de nuevo en el terruño con el fin de descansar junto a los suyos.
Muchos disfrutarán de un largo receso luego de haber tenido excelentes desempeños académicos; otros, seguramente, partirán a inicios de enero para ponerle el pecho al incipiente 2008, con más dedicación ante los libros. Uno que yo sé estará iniciando su enésima carrera (al que le quepa el sayo que se lo ponga). Otros tantos, también, vendrán a pasar las fiestas para luego regresar a cumplir con sus compromisos laborales.
Todos, sea el tiempo que sea, volveremos a experimentar ese alivio tan reconfortante que es sentirnos en casa, en nuestro hogar. La certeza de saber que al pegar la vuelta estarán aquellas personas y lugares que cuando estamos lejos tanto añoramos; son un reconfortante sin igual para el alma y el corazón. Esta tierra nuestra “a la que llorando dejamos un día” siempre nos espera y nos acoge en sus brazos como una madre serena. Las realidades serán distintas y habrá quienes disfruten en mayor o menor medida el retorno, pero lo cierto es que Catamarca, con todo lo que falta por hacer en ella, es y será nuestra cuna, nuestra matriz.
Por eso, siempre estaremos volviendo…
Patxi Uribe
sábado, 29 de diciembre de 2007
viernes, 21 de diciembre de 2007
Con acento griego
Caminando con paso tranquilo se acerca a la mesa donde nos reuniremos. Es lógico, con sus 196 centímetros de altura, que sea fácil reconocer la figura de Emiliano Rosales entre las muchas personas que, cayendo la tarde, pululan por las veredas de la calle Rondeau, donde nos encontramos para hablar sobre su vida.
Este catamarqueño de 17 años juega al básquetbol en Atenas de Córdoba desde 2004, por lo que quisimos adentrarnos un poco en sus experiencias y saber cómo vive un chango tan joven como él fuera de la provincia.
En cuanto a lo deportivo, Emiliano mayormente se desempeña en la categoría juveniles, pero es usual que integre el combinado sub-21 del equipo cordobés, e incluso jugó una importante cantidad de minutos en el plantel de primera por la liga local. Recientemente, además, formó parte del conjunto de juveniles que salió sub-campeón cordobés. Sobre la final del certamen, disputada contra Hindú, nuestro entrevistado confesó que “estuvo muy dura”, pero luego aseguró que en Córdoba, el nivel del “griego”, como llaman a Atenas, “es muy superior a los demás”.
Luego de esta reflexión sobre el status de su club, Emiliano opinó que la posibilidad de que mejore el juego en Catamarca se debe a la falta de rivales. “Hay pocos equipos, por eso siempre juegan los mismos y así es difícil que aumente el nivel”, expresó Rosales sobre alguno de los factores que impiden el crecimiento de esta disciplina en nuestra provincia.
La declaración puede causar cierto “ruido” entre quienes la lean, pero la opinión de Emiliano tiene sustento en su experiencia, ya que jugó para Red Star por más de tres años, y no es de sorprender que la comparación entre ambas realidades deportivas haya cimentado su postura sobre el tema.
Sobre su futuro, en tanto, comentó que el año que viene tiene pensado dedicar todo su esfuerzo para “mejorar mi nivel” y de esa manera lograr afianzarse en las categorías mayores. Sin embargo no descartó la opción de pasar a otro club para “ganar minutos en cancha” y luego regresar a Atenas con mayor experiencia.
La dedicación full-time de Emiliano al deporte, vale la pena destacarlo, será posible porque este año finalizó sus estudios secundarios, y si bien tiene pensado estudiar alguna carrera universitaria más adelante, 2008 será un año de desafíos deportivos.
Por lo pronto, disfruta del verano cordobés con sus amigos de la pensión de Atenas, donde vive, o se junta con algunos de sus ex compañeros de Red Star.
Esperemos que, de la mano del esfuerzo, lleguen los frutos anhelados para este catucho con acento griego.
Patxi Uribe
Este catamarqueño de 17 años juega al básquetbol en Atenas de Córdoba desde 2004, por lo que quisimos adentrarnos un poco en sus experiencias y saber cómo vive un chango tan joven como él fuera de la provincia.
En cuanto a lo deportivo, Emiliano mayormente se desempeña en la categoría juveniles, pero es usual que integre el combinado sub-21 del equipo cordobés, e incluso jugó una importante cantidad de minutos en el plantel de primera por la liga local. Recientemente, además, formó parte del conjunto de juveniles que salió sub-campeón cordobés. Sobre la final del certamen, disputada contra Hindú, nuestro entrevistado confesó que “estuvo muy dura”, pero luego aseguró que en Córdoba, el nivel del “griego”, como llaman a Atenas, “es muy superior a los demás”.
Luego de esta reflexión sobre el status de su club, Emiliano opinó que la posibilidad de que mejore el juego en Catamarca se debe a la falta de rivales. “Hay pocos equipos, por eso siempre juegan los mismos y así es difícil que aumente el nivel”, expresó Rosales sobre alguno de los factores que impiden el crecimiento de esta disciplina en nuestra provincia.
La declaración puede causar cierto “ruido” entre quienes la lean, pero la opinión de Emiliano tiene sustento en su experiencia, ya que jugó para Red Star por más de tres años, y no es de sorprender que la comparación entre ambas realidades deportivas haya cimentado su postura sobre el tema.
Sobre su futuro, en tanto, comentó que el año que viene tiene pensado dedicar todo su esfuerzo para “mejorar mi nivel” y de esa manera lograr afianzarse en las categorías mayores. Sin embargo no descartó la opción de pasar a otro club para “ganar minutos en cancha” y luego regresar a Atenas con mayor experiencia.
La dedicación full-time de Emiliano al deporte, vale la pena destacarlo, será posible porque este año finalizó sus estudios secundarios, y si bien tiene pensado estudiar alguna carrera universitaria más adelante, 2008 será un año de desafíos deportivos.
Por lo pronto, disfruta del verano cordobés con sus amigos de la pensión de Atenas, donde vive, o se junta con algunos de sus ex compañeros de Red Star.
Esperemos que, de la mano del esfuerzo, lleguen los frutos anhelados para este catucho con acento griego.
Patxi Uribe
viernes, 14 de diciembre de 2007
Reductos catuchos II: Félix
Ubicado en la calle Balcarce, en barrio Centro, el centro de actividades deportivas del colegio Inmaculado Corazón de María, es inadvertido por la mayoría de los transeúntes que a diario pasan frente a él. Una discreta puerta de chapa da la entrada al recinto, donde una amplia cancha de fútbol 5 preside el lugar. Una tribuna de tres escalones recorre casi todo el lateral izquierdo del campo de juego, y una pequeña sala que hace las veces de depósito y baño terminan de completar el artificial paisaje.
Todas las siestas, durante el año lectivo, los alumnos del citado colegio acuden al pequeño predio para realizar sus actividades físicas. Allí también, en horas de la tarde y hasta bien entrada la noche, acuden aquellos jóvenes, quienes ávidos por desenchufarse de sus actividades a través del arte del balón, hicieron de ese lugar una suerte de templo urbano del fútbol.
De esos muchos chicos que a diario llenan los turnos para jugar al deporte más bello del planeta, somos los catamarqueños quienes más concurrimos al lugar. Puede sonar exagerado, pero sólo bastaría pasar un par de veces a la semana para comprobar la veracidad de tal afirmación. Incluso hay días en los cuales tres o cuatro turnos son reservados por equipos catamarqueños. No resulta extraño, teniendo en cuenta lo anterior, que haya habido tardes en que más de 30 o 40 coterráneos se dieran cita para despuntar el sano vicio del fútbol en “Félix”.
Qué tendrá que ver la palabra Félix en todo esto, preguntarán. Es muy simple: Félix es en realidad el nombre que para muchos de nosotros tiene el sitio sobre el que estamos haciendo mención. “Jugamos en Félix a las 6”, o “Te esperamos en Félix, ¿venís?” suelen ser los mensajes de texto más usuales a la hora de la citación para un partido. Ocurre que el cordobés Félix Aldeco, de 48 años, es el encargado de mantener en buen estado la cancha, y además administra los turnos para disponer de una hora de juego.
De esta manera, con el paso de los años y la renovación constante de comprovincianos, “Félix” se fue convirtiendo en un centro futbolístico al cual acuden casi todos los futboleros catamarqueños. Sin lugar a dudas, es un reducto catucho por excelencia.
Así como en Catamarca tenemos “Villalobos” o “Paddle Luck”, en Córdoba no añoramos los campos del pago, porque transpiramos apasionadamente sobre los mosaicos de “Félix”.
Patxi Uribe
Todas las siestas, durante el año lectivo, los alumnos del citado colegio acuden al pequeño predio para realizar sus actividades físicas. Allí también, en horas de la tarde y hasta bien entrada la noche, acuden aquellos jóvenes, quienes ávidos por desenchufarse de sus actividades a través del arte del balón, hicieron de ese lugar una suerte de templo urbano del fútbol.
De esos muchos chicos que a diario llenan los turnos para jugar al deporte más bello del planeta, somos los catamarqueños quienes más concurrimos al lugar. Puede sonar exagerado, pero sólo bastaría pasar un par de veces a la semana para comprobar la veracidad de tal afirmación. Incluso hay días en los cuales tres o cuatro turnos son reservados por equipos catamarqueños. No resulta extraño, teniendo en cuenta lo anterior, que haya habido tardes en que más de 30 o 40 coterráneos se dieran cita para despuntar el sano vicio del fútbol en “Félix”.
Qué tendrá que ver la palabra Félix en todo esto, preguntarán. Es muy simple: Félix es en realidad el nombre que para muchos de nosotros tiene el sitio sobre el que estamos haciendo mención. “Jugamos en Félix a las 6”, o “Te esperamos en Félix, ¿venís?” suelen ser los mensajes de texto más usuales a la hora de la citación para un partido. Ocurre que el cordobés Félix Aldeco, de 48 años, es el encargado de mantener en buen estado la cancha, y además administra los turnos para disponer de una hora de juego.
De esta manera, con el paso de los años y la renovación constante de comprovincianos, “Félix” se fue convirtiendo en un centro futbolístico al cual acuden casi todos los futboleros catamarqueños. Sin lugar a dudas, es un reducto catucho por excelencia.
Así como en Catamarca tenemos “Villalobos” o “Paddle Luck”, en Córdoba no añoramos los campos del pago, porque transpiramos apasionadamente sobre los mosaicos de “Félix”.
Patxi Uribe
viernes, 7 de diciembre de 2007
Agradables resabios sonoros
Con un estilo similar al de “La Renga” por la potencia de sus interpretaciones y la grave voz de su cantante, “Resabio” se presentó el viernes pasado en un clásico sitio para escuchar rock del bueno como es “María María”. Fue nuestro coterráneo Adrián Seco, baterista del grupo, quien nos invitó a presenciar el espectáculo.
Al llegar aún se estaban realizando las pruebas de sonido, por lo que se dio la oportunidad de conocer un poco su vida y también la del grupo que integra desde marzo del año pasado. Acerca de la banda, Adrián comentó que su estilo es una mixtura entre rock n’ roll y hard rock, y que todos los temas que tocan son propios.
Más allá de que aquella noche se lo pudo ver más que integrado a la maquinaria de “Resabio”, su llegada al grupo no fue sencilla. Todo comenzó cuando dio con uno de los tantos papeles que bandas de todo género suelen desperdigar por el centro cordobés en busca del músico que les falta para iniciar su rumbo. “Se busca baterista”, era la consigna de aquel panfleto, al que Adrián respondió llamando al teléfono que se indicaba. Luego de varias pruebas, quedaron en pugna por el puesto de “batero” él y otra persona, que tenía en su currículum la chapa de ser el baterista del cuartetero Jean Carlos. Pero este muchacho, al parecer, no tenía el tiempo necesario como para ensayar. Entonces, reconoce Adrián entre risas y con humildad, “como no les quedaba otra me eligieron a mí”.
Eso ya es historia para este catamarqueño que además de dedicarle buena parte de su tiempo al ritmo de los tambores, platillos y demás elementos de la “bata”, también estudió mecánica dental. Y hablamos en pasado no porque haya abandonado, sino porque en julio de este año Adrián terminó esa carrera.
Siguiendo por los senderos musicales, Adrián recordó con cierta nostalgia su pasado en bandas catamarqueñas como “Marvin”, o “Sálvame Jebús” donde, aseguró, “fui creciendo mucho en lo musical, robando cositas de los grupos que me gustan escuchar”, entre los que se encuentran grandes del ámbito nacional como “Divididos”, o intocables e inigualables mundialmente como “Queen”. Opinó además que “en Catamarca faltan lugares para tocar, y otra cosa que está fallando es que mandan las bandas que hacen covers, por eso no pueden surgir”.
Había comenzado a comentarme que el año que viene tienen previsto tocar en Salta el 3 y 5 de enero próximos, y que están buscando fecha y lugar para tocar por segunda vez en Catamarca, cuando se nos acercó el bajista del grupo con un mensaje más que elocuente: “hay que subir, pibe”.
Dio un último sorbo de cerveza y se despidió. Solo restaba disfrutar del rock, y regresar a hacer esta escueta nota.
Al llegar aún se estaban realizando las pruebas de sonido, por lo que se dio la oportunidad de conocer un poco su vida y también la del grupo que integra desde marzo del año pasado. Acerca de la banda, Adrián comentó que su estilo es una mixtura entre rock n’ roll y hard rock, y que todos los temas que tocan son propios.
Más allá de que aquella noche se lo pudo ver más que integrado a la maquinaria de “Resabio”, su llegada al grupo no fue sencilla. Todo comenzó cuando dio con uno de los tantos papeles que bandas de todo género suelen desperdigar por el centro cordobés en busca del músico que les falta para iniciar su rumbo. “Se busca baterista”, era la consigna de aquel panfleto, al que Adrián respondió llamando al teléfono que se indicaba. Luego de varias pruebas, quedaron en pugna por el puesto de “batero” él y otra persona, que tenía en su currículum la chapa de ser el baterista del cuartetero Jean Carlos. Pero este muchacho, al parecer, no tenía el tiempo necesario como para ensayar. Entonces, reconoce Adrián entre risas y con humildad, “como no les quedaba otra me eligieron a mí”.
Eso ya es historia para este catamarqueño que además de dedicarle buena parte de su tiempo al ritmo de los tambores, platillos y demás elementos de la “bata”, también estudió mecánica dental. Y hablamos en pasado no porque haya abandonado, sino porque en julio de este año Adrián terminó esa carrera.
Siguiendo por los senderos musicales, Adrián recordó con cierta nostalgia su pasado en bandas catamarqueñas como “Marvin”, o “Sálvame Jebús” donde, aseguró, “fui creciendo mucho en lo musical, robando cositas de los grupos que me gustan escuchar”, entre los que se encuentran grandes del ámbito nacional como “Divididos”, o intocables e inigualables mundialmente como “Queen”. Opinó además que “en Catamarca faltan lugares para tocar, y otra cosa que está fallando es que mandan las bandas que hacen covers, por eso no pueden surgir”.
Había comenzado a comentarme que el año que viene tienen previsto tocar en Salta el 3 y 5 de enero próximos, y que están buscando fecha y lugar para tocar por segunda vez en Catamarca, cuando se nos acercó el bajista del grupo con un mensaje más que elocuente: “hay que subir, pibe”.
Dio un último sorbo de cerveza y se despidió. Solo restaba disfrutar del rock, y regresar a hacer esta escueta nota.
Patxi Uribe
viernes, 30 de noviembre de 2007
Reductos catuchos I: La Divina
El artículo que ahora leen dará inicio a una serie de mini-secciones, por expresarlo de alguna manera, que esporádicamente se publicarán en esta columna. En ellas el tema a tratar serán -como dice el título- los “reductos catuchos”, lugares de Córdoba que son concurridos con gran asiduidad por “changos” y “chinitas” catamarqueños.
Para iniciar este recorrido se podría dar un pantallazo de las cifras de alumnos en facultades como las de Derecho o Ciencias Médicas, donde el número de comprovincianos es altísimo.
Preferimos, en cambio, dar cuenta de lugares como “La Divina”, un pub ubicado en la calle San Lorenzo entre Paraná y Obispo Salguero, en el que de a ratos surge la duda de saber si seguimos en Córdoba o nos trasladamos, mágica e imperceptiblemente, a Catamarca.
Ocurre lo siguiente: al entrar en “La Divina”, podemos ver a grupos de catamarqueños de las más variadas generaciones. Desde chicas y chicos que se encuentran dando sus primeros pasos en las universidades cordobesas, hasta ciertos estudiantes “crónicos” que ya conocen de memoria las “rutas nocturnas” de la ciudad mediterránea y sus alrededores.
Suele ser tan grande la cantidad de “catuchos” que llegan a ese “divino” lugar, que por momentos podemos sentirnos dentro de “La Pachanga” rodeína, o bailando al ritmo de los parlantes de “Soul”. Incluso hay ciertos nostálgicos que rememoran las noches de “Punto X” o del aún cercano “El Molino”.
Recibidas, cumpleaños y demás fechas son algunas de las razones por las que muchos de nuestros jóvenes concurren a “La Divina” semana tras semana.
En esta ocasión la llegada de un nuevo mecánico motivó nuestra presencia en el lugar.
Se trata de Maximiliano Portero, mucho más conocido como “Nuni”; pero como es probable que piensen, no lo encontraremos trabajando en alguna gomería, sino en aquellos consultorios dentales donde necesiten los servicios de un mecánico dental. Esa es la carrera que Maximiliano terminó el jueves pasado luego de un gran esfuerzo.
El logro no fue mínimo, y fue por eso que decidió festejarlo junto a la changada que siempre lo acompaña.
Como de costumbre, el lugar elegido fue “La Divina”, uno de nuestros tantos “reductos catuchos”.
Patxi Uribe
Para iniciar este recorrido se podría dar un pantallazo de las cifras de alumnos en facultades como las de Derecho o Ciencias Médicas, donde el número de comprovincianos es altísimo.
Preferimos, en cambio, dar cuenta de lugares como “La Divina”, un pub ubicado en la calle San Lorenzo entre Paraná y Obispo Salguero, en el que de a ratos surge la duda de saber si seguimos en Córdoba o nos trasladamos, mágica e imperceptiblemente, a Catamarca.
Ocurre lo siguiente: al entrar en “La Divina”, podemos ver a grupos de catamarqueños de las más variadas generaciones. Desde chicas y chicos que se encuentran dando sus primeros pasos en las universidades cordobesas, hasta ciertos estudiantes “crónicos” que ya conocen de memoria las “rutas nocturnas” de la ciudad mediterránea y sus alrededores.
Suele ser tan grande la cantidad de “catuchos” que llegan a ese “divino” lugar, que por momentos podemos sentirnos dentro de “La Pachanga” rodeína, o bailando al ritmo de los parlantes de “Soul”. Incluso hay ciertos nostálgicos que rememoran las noches de “Punto X” o del aún cercano “El Molino”.
Recibidas, cumpleaños y demás fechas son algunas de las razones por las que muchos de nuestros jóvenes concurren a “La Divina” semana tras semana.
En esta ocasión la llegada de un nuevo mecánico motivó nuestra presencia en el lugar.
Se trata de Maximiliano Portero, mucho más conocido como “Nuni”; pero como es probable que piensen, no lo encontraremos trabajando en alguna gomería, sino en aquellos consultorios dentales donde necesiten los servicios de un mecánico dental. Esa es la carrera que Maximiliano terminó el jueves pasado luego de un gran esfuerzo.
El logro no fue mínimo, y fue por eso que decidió festejarlo junto a la changada que siempre lo acompaña.
Como de costumbre, el lugar elegido fue “La Divina”, uno de nuestros tantos “reductos catuchos”.
Patxi Uribe
viernes, 23 de noviembre de 2007
Un "artista" del tiempo
Ciertas personas suelen renegar, en su constante rutina diaria, de la falta de tiempo. Augusto Herrera, por el contrario, sabe aprovechar las 2 docenas horarias que cada día nos provee. Pronto verán porque.
Es que Augusto, de 27 años, es Ingeniero Electrónico y solo le resta una materia para terminar de cursar la carrera de Ingeniería en Computación. Todo un logro académico que, sin embargo, no finaliza allí. Pero dejemos que él nos cuente: “Estoy becado por la Secretaría de Ciencia y Tecnología de la Nación (Secyt) en un tipo de becas de maestría y doctorado de dedicación exclusiva”, comienza resumiendo uno de sus tantos proyectos. “También estoy en el Instituto de Ingenieros Eléctricos y Electrónicos (IEEE por sus siglas en inglés), que es una institución nacida en Estados Unidos pero que hoy está en todo el mundo”. En ella, luego de pasar por varios escalafones internos, Augusto actualmente se desempeña como Coordinador de Actividades Estudiantiles (SAC por sus siglas en inglés). “Como SAC tengo que organizar charlas, dar conferencias y reuniones para contar nuestras experiencias y difundir las actividades del IEEE. Durante el año tengo que hacer alrededor de 10 charlas en universidades del país que tengan ramas del instituto, e incluso en el exterior”, comentó con entusiasmo. “Por ejemplo hace dos semanas fui a Chile y tuve contacto con distintas ramas de Latinoamérica, donde pude ver como trabajan las diversas ramas del instituto en el continente. Cuando organizo actividades acá (en el país) relato esas experiencias y de esa forma las ramas de Argentina se capacitan, porque justamente el cargo que me dieron es para que viaje y capacite a los chicos de nuestro país”.
Pero lo expuesto hasta ahora no agota por completo su abanico de actividades, ya que Augusto además trabaja en una empresa cordobesa de electrónica, y recientemente comenzó a desempeñarse como profesor en la cátedra de Práctica Profesional Supervisada de la carrera de Ingeniería en Electrónica. Allí, explicó, “hay una lista de espera de alumnos que buscan entrar en alguna empresa y nosotros los vinculamos llamando a las empresas y ofreciendo a los alumnos que están en espera”.
Luego de haber hecho este breve racconto, tal vez surja la pregunta ¿cómo lo hace, cómo tiene tiempo?
“El tiempo es todo un tema” nos dice Augusto, “pero hay que saber administrarlo. Siempre digo que hay que tener tiempo para ir a jugar al fútbol, para estar con los chicos, para salir; ese es un cable a tierra que te permite rendir durante la semana. El tiempo rinde si lo sabés manejar, sino, siempre te va a faltar”.
Augusto, sin embargo, no reniega de este ritmo de vida para muchos acelerado. Eso se puede apreciar en su última frase: “Cuando a vos te gusta algo, la satisfacción es doble”.
Patxi Uribe
Es que Augusto, de 27 años, es Ingeniero Electrónico y solo le resta una materia para terminar de cursar la carrera de Ingeniería en Computación. Todo un logro académico que, sin embargo, no finaliza allí. Pero dejemos que él nos cuente: “Estoy becado por la Secretaría de Ciencia y Tecnología de la Nación (Secyt) en un tipo de becas de maestría y doctorado de dedicación exclusiva”, comienza resumiendo uno de sus tantos proyectos. “También estoy en el Instituto de Ingenieros Eléctricos y Electrónicos (IEEE por sus siglas en inglés), que es una institución nacida en Estados Unidos pero que hoy está en todo el mundo”. En ella, luego de pasar por varios escalafones internos, Augusto actualmente se desempeña como Coordinador de Actividades Estudiantiles (SAC por sus siglas en inglés). “Como SAC tengo que organizar charlas, dar conferencias y reuniones para contar nuestras experiencias y difundir las actividades del IEEE. Durante el año tengo que hacer alrededor de 10 charlas en universidades del país que tengan ramas del instituto, e incluso en el exterior”, comentó con entusiasmo. “Por ejemplo hace dos semanas fui a Chile y tuve contacto con distintas ramas de Latinoamérica, donde pude ver como trabajan las diversas ramas del instituto en el continente. Cuando organizo actividades acá (en el país) relato esas experiencias y de esa forma las ramas de Argentina se capacitan, porque justamente el cargo que me dieron es para que viaje y capacite a los chicos de nuestro país”.
Pero lo expuesto hasta ahora no agota por completo su abanico de actividades, ya que Augusto además trabaja en una empresa cordobesa de electrónica, y recientemente comenzó a desempeñarse como profesor en la cátedra de Práctica Profesional Supervisada de la carrera de Ingeniería en Electrónica. Allí, explicó, “hay una lista de espera de alumnos que buscan entrar en alguna empresa y nosotros los vinculamos llamando a las empresas y ofreciendo a los alumnos que están en espera”.
Luego de haber hecho este breve racconto, tal vez surja la pregunta ¿cómo lo hace, cómo tiene tiempo?
“El tiempo es todo un tema” nos dice Augusto, “pero hay que saber administrarlo. Siempre digo que hay que tener tiempo para ir a jugar al fútbol, para estar con los chicos, para salir; ese es un cable a tierra que te permite rendir durante la semana. El tiempo rinde si lo sabés manejar, sino, siempre te va a faltar”.
Augusto, sin embargo, no reniega de este ritmo de vida para muchos acelerado. Eso se puede apreciar en su última frase: “Cuando a vos te gusta algo, la satisfacción es doble”.
Patxi Uribe
viernes, 16 de noviembre de 2007
"Agroasado", un asado "grosso"
Ubicado en el kilómetro 7 del camino a Alta Gracia, el Campus de la Universidad Católica de Córdoba fue sede, el sábado pasado de una nueva edición del “Agroasado” organizado por los alumnos de 4to. año de las carreras de Agronomía y Veterinaria de la citada casa de altos estudios.
Hasta allí llegamos invitados por Juan Pablo Saadi, catamarqueño amante de Las Juntas, estudiante de veterinaria y uno de los principales mentores de la edición 2007 de este evento que se repite con éxito año tras año.
“Lindo día para hacer un asado” es la frase que solemos utilizar los argentinos cuando buscamos excusas para tirar unas “tiras” de carne a la parrilla. Aquel día el latiguillo habría venido a la perfección, ya que cerca de las once de la mañana -cuando comenzaron a distribuirse metódicamente bandejas con salame, queso y pan-, el sol brillaba con todo su esplendor en un cielo sin nubes a la vista. Una suave brisa completaba el contexto.
Las más de doscientas personas que allí se congregaron estaban distendidas, mientras a unos metros ardía una impresionante cantidad de brasas. El humo y el inconfundible olor a carne cociéndose fueron el presagio de un asado de primera, que no se hizo esperar. Pasado el mediodía se inició el almuerzo: Chorizo, morcilla, costilla, matambre y vacío fue el orden de los cortes que llegaron; ensalada de tomate y lechuga para acompañar; jarras de vino y fernet con coca para regar esas gargantas que pronto estarían sedientas.
La siesta avanzaba y junto a ella se avecinaba un importante número de nubes que no tardaría en estar sobre nosotros. A las tres de la tarde una lluvia poco anhelada comenzó a caer. Hubo que apurar los últimos bocados y buscar un resguardo del aguacero, que de a poco iba intensificando su caída.
Su persistencia, sin embargo, no sería mucha, y mientras todos estábamos planeando el regreso las gotas comenzaron a menguar. Fue así que, con renovadas energías, la gente volvió al aire libre, donde continuó la fiesta, ahora acompañada con la música de “Los Nogales”, un grupo de folclore cordobés.
Una vez cerrado el espectáculo folclórico, cuartetos, cumbias y demás canciones de ese talante continuaron amenizando la tarde, que a esas alturas tenía todas las características de una gran bailanta que se extendió hasta luego de las seis de la tarde.
En ese momento los catamarqueños que acompañaron a este cronista -quienes prefirieron resguardar su identidad- decidieron que era hora de partir. Luego de tremendo jolgorio, no hubo más remedio que acceder.
Gracias a “Juampi” varios “catuchos” nos pusimos al día: estuvo “grosso” el “agroasado”.
Patxi Uribe
Hasta allí llegamos invitados por Juan Pablo Saadi, catamarqueño amante de Las Juntas, estudiante de veterinaria y uno de los principales mentores de la edición 2007 de este evento que se repite con éxito año tras año.
“Lindo día para hacer un asado” es la frase que solemos utilizar los argentinos cuando buscamos excusas para tirar unas “tiras” de carne a la parrilla. Aquel día el latiguillo habría venido a la perfección, ya que cerca de las once de la mañana -cuando comenzaron a distribuirse metódicamente bandejas con salame, queso y pan-, el sol brillaba con todo su esplendor en un cielo sin nubes a la vista. Una suave brisa completaba el contexto.
Las más de doscientas personas que allí se congregaron estaban distendidas, mientras a unos metros ardía una impresionante cantidad de brasas. El humo y el inconfundible olor a carne cociéndose fueron el presagio de un asado de primera, que no se hizo esperar. Pasado el mediodía se inició el almuerzo: Chorizo, morcilla, costilla, matambre y vacío fue el orden de los cortes que llegaron; ensalada de tomate y lechuga para acompañar; jarras de vino y fernet con coca para regar esas gargantas que pronto estarían sedientas.
La siesta avanzaba y junto a ella se avecinaba un importante número de nubes que no tardaría en estar sobre nosotros. A las tres de la tarde una lluvia poco anhelada comenzó a caer. Hubo que apurar los últimos bocados y buscar un resguardo del aguacero, que de a poco iba intensificando su caída.
Su persistencia, sin embargo, no sería mucha, y mientras todos estábamos planeando el regreso las gotas comenzaron a menguar. Fue así que, con renovadas energías, la gente volvió al aire libre, donde continuó la fiesta, ahora acompañada con la música de “Los Nogales”, un grupo de folclore cordobés.
Una vez cerrado el espectáculo folclórico, cuartetos, cumbias y demás canciones de ese talante continuaron amenizando la tarde, que a esas alturas tenía todas las características de una gran bailanta que se extendió hasta luego de las seis de la tarde.
En ese momento los catamarqueños que acompañaron a este cronista -quienes prefirieron resguardar su identidad- decidieron que era hora de partir. Luego de tremendo jolgorio, no hubo más remedio que acceder.
Gracias a “Juampi” varios “catuchos” nos pusimos al día: estuvo “grosso” el “agroasado”.
Patxi Uribe
viernes, 9 de noviembre de 2007
Pasión a la catamarqueña
El cuarteto de mujeres que motivaron la redacción de esta “Changada” más que bailar al ritmo de la música popular cordobesa, mueven sus cuerpos al son del chachachá, el merengue, la salsa y demás ritmos caribeños.
Hablamos de “Coni” y Leticia De la Cueva, y Agustina y Luciana Crook, quienes desde hace más de un año asisten todas las semanas a la academia “Ajiaco Dance Latin Group”, ubicada en el subsuelo de un gimnasio de la avenida Poeta Lugones, a pocas cuadras de Plaza España.
En ese lugar, al que a diario asisten más de setenta personas para aprender diversos tipos de bailes como mambo, rock, tango o folclore, estas cuatro chicas fueron desarrollando no sólo pasión por las danzas que practican, sino también gran destreza en sus movimientos. Por esto fueron convocadas para actuar en el espectáculo de danza y teatro que la nombrada academia desplegará en el pomposo Hotel de La Cañada, el próximo 15 de diciembre.
Acerca del evento, Agustina contó: “Tiene dos partes. En la primera se muestra lo que hace cada grupo durante el año. Ahí bailan los chicos del grupo inicial y el intermedio. La segunda es la parte de teatro y danza; para ese segmento nos llamaron a nosotras junto con otras chicas, porque no bailan todos ahí”.
En este show las ejecuciones no se quedarán sólo en el plano estético, sino que además conllevarán cierto contenido social. Sobre este aspecto, “Coni” precisó que “todas tienen una trama. En el caso del baile contemporáneo, por ejemplo, se intenta mostrar la reivindicación femenina, y en otro se busca dar un mensaje acerca de la alfabetización”.
Retomando la relación de estas cuatro catamarqueñas con el baile, nos preguntamos acerca de los motivos que las llevaron a elegir esta actividad. Las voces se confunden en el grabador, se entrecruzan por el entusiasmo para responder. “Nos enganchamos, nos gustó, nos parece divertido, nos distiende”, se escucha. “Encontramos buena onda, estamos entretenidas, nos olvidamos un poco de todo el trajín diario. Realmente encontramos en la danza una pasión”. Otra voz se percibe clara entre la bruma sonora: “El baile es algo que te llena, te ayuda a desenchufarte de todo. Te olvidás completamente de tus problemas”.
Ese cariño por el baile, por ese poner en movimiento al cuerpo de manera armónica para seguir los sonidos de una sentida bachata o de un alegre merengue, se expresa en sus caras al hablar. Mucho más fervor se puede apreciar cuando están “en acción”, mientras bailan junto a un compañero o mirando fijamente el espejo del salón donde ensayan.
Es allí donde se despliega todo ese sentir, toda esa pasión a la catamarqueña.
Patxi Uribe
Hablamos de “Coni” y Leticia De la Cueva, y Agustina y Luciana Crook, quienes desde hace más de un año asisten todas las semanas a la academia “Ajiaco Dance Latin Group”, ubicada en el subsuelo de un gimnasio de la avenida Poeta Lugones, a pocas cuadras de Plaza España.
En ese lugar, al que a diario asisten más de setenta personas para aprender diversos tipos de bailes como mambo, rock, tango o folclore, estas cuatro chicas fueron desarrollando no sólo pasión por las danzas que practican, sino también gran destreza en sus movimientos. Por esto fueron convocadas para actuar en el espectáculo de danza y teatro que la nombrada academia desplegará en el pomposo Hotel de La Cañada, el próximo 15 de diciembre.
Acerca del evento, Agustina contó: “Tiene dos partes. En la primera se muestra lo que hace cada grupo durante el año. Ahí bailan los chicos del grupo inicial y el intermedio. La segunda es la parte de teatro y danza; para ese segmento nos llamaron a nosotras junto con otras chicas, porque no bailan todos ahí”.
En este show las ejecuciones no se quedarán sólo en el plano estético, sino que además conllevarán cierto contenido social. Sobre este aspecto, “Coni” precisó que “todas tienen una trama. En el caso del baile contemporáneo, por ejemplo, se intenta mostrar la reivindicación femenina, y en otro se busca dar un mensaje acerca de la alfabetización”.
Retomando la relación de estas cuatro catamarqueñas con el baile, nos preguntamos acerca de los motivos que las llevaron a elegir esta actividad. Las voces se confunden en el grabador, se entrecruzan por el entusiasmo para responder. “Nos enganchamos, nos gustó, nos parece divertido, nos distiende”, se escucha. “Encontramos buena onda, estamos entretenidas, nos olvidamos un poco de todo el trajín diario. Realmente encontramos en la danza una pasión”. Otra voz se percibe clara entre la bruma sonora: “El baile es algo que te llena, te ayuda a desenchufarte de todo. Te olvidás completamente de tus problemas”.
Ese cariño por el baile, por ese poner en movimiento al cuerpo de manera armónica para seguir los sonidos de una sentida bachata o de un alegre merengue, se expresa en sus caras al hablar. Mucho más fervor se puede apreciar cuando están “en acción”, mientras bailan junto a un compañero o mirando fijamente el espejo del salón donde ensayan.
Es allí donde se despliega todo ese sentir, toda esa pasión a la catamarqueña.
Patxi Uribe
viernes, 2 de noviembre de 2007
Voget crece en el golf
A pocos días de haber cerrado una semana colmada de victorias, Guillermo Voget, golfista aficionado que reparte sus golpes por canchas cordobesas, compartió con nosotros parte de sus vivencias.
Ocurre que entre el jueves y el sábado pasado “Willy” se coronó campeón en dos importantes torneos como lo son el organizado por el Club Potrerillo de Larreta, disputado en Alta Gracia, y el Campeonato Anual Fourball 2007, que se llevó a cabo en el Golf Club de Villa Allende.
Aparte de haberse alzado con ambos campeonatos, algo a destacar es que Voget, de 25 años, venció en la definición de la competencia de Potrerillo de Larreta, a Brian Berta, un experimentado jugador. “Cuando jugás con uno bueno es como que te contagiás, tratás de pegarle igual o mejor que él”, comentó. “Eso me pasó con Berta, que me lo habían pintado como que era grosísimo porque estuvo en Estados Unidos haciendo las clasificaciones para entrar al PGA. A mí me temblaban las piernas porque nunca lo había visto jugar, pero bueno, empecé muy bien y al «guaso» le pasó lo que supuestamente me iba a pasar a mí, porque cuando terminé se acercó y me dijo que no esperaba tener un match tan difícil, y eso que es un tipo grande, de 42 años”.
En el camino a esos logros hubo esfuerzo de por medio. Hoy por hoy, el golf pasó de ser un neto divertimento. “No es jugar por jugar. Trato de tirar con algún objetivo, por ejemplo me digo «la semana pasada estuve jugando mal tal golpe». Entonces practico donde veo que estoy flojo. Esa es la constancia que tengo ahora”.
Esta perseverancia se entiende si pensamos en los objetivos “golfísticos” que este destacado comprovinciano tiene en mente: “Me gustaría ser profesional; es mi meta. Cuando voy a jugar no pierdo el tiempo, trato de aprovecharlo al máximo”.
Incluso fuera del campo “Willy” sigue relacionado con este deporte. Desde hace varios meses está en pareja con Dolores Romero, hija del Eduardo Romero, ni más ni menos. “A ella la conocí por un amigo”, relató sobre el inicio de la relación, aunque aclaró que “ella como que está harta del golf”. Sin embargo resulta indudable la influencia positiva que un suegro como el de Guillermo puede tener en su vida deportiva. “Tener al «Gato» al lado es fundamental. El otro día salí a jugar con él y es como que quiere enseñarte. Mejor profesor que el «Gato» no voy a conseguir. Tiene tanta experiencia que es inevitable tratar de absorberla”.
Ante esto nos preguntamos si de la mano de un grande como Romero, las presiones propias del profesionalismo al que Voget aspira podrían hacerse más llevaderas.
Sin atisbos de duda, “Willy” respondió: “Cuando llegue te cuento”.
Patxi Uribe
Ocurre que entre el jueves y el sábado pasado “Willy” se coronó campeón en dos importantes torneos como lo son el organizado por el Club Potrerillo de Larreta, disputado en Alta Gracia, y el Campeonato Anual Fourball 2007, que se llevó a cabo en el Golf Club de Villa Allende.
Aparte de haberse alzado con ambos campeonatos, algo a destacar es que Voget, de 25 años, venció en la definición de la competencia de Potrerillo de Larreta, a Brian Berta, un experimentado jugador. “Cuando jugás con uno bueno es como que te contagiás, tratás de pegarle igual o mejor que él”, comentó. “Eso me pasó con Berta, que me lo habían pintado como que era grosísimo porque estuvo en Estados Unidos haciendo las clasificaciones para entrar al PGA. A mí me temblaban las piernas porque nunca lo había visto jugar, pero bueno, empecé muy bien y al «guaso» le pasó lo que supuestamente me iba a pasar a mí, porque cuando terminé se acercó y me dijo que no esperaba tener un match tan difícil, y eso que es un tipo grande, de 42 años”.
En el camino a esos logros hubo esfuerzo de por medio. Hoy por hoy, el golf pasó de ser un neto divertimento. “No es jugar por jugar. Trato de tirar con algún objetivo, por ejemplo me digo «la semana pasada estuve jugando mal tal golpe». Entonces practico donde veo que estoy flojo. Esa es la constancia que tengo ahora”.
Esta perseverancia se entiende si pensamos en los objetivos “golfísticos” que este destacado comprovinciano tiene en mente: “Me gustaría ser profesional; es mi meta. Cuando voy a jugar no pierdo el tiempo, trato de aprovecharlo al máximo”.
Incluso fuera del campo “Willy” sigue relacionado con este deporte. Desde hace varios meses está en pareja con Dolores Romero, hija del Eduardo Romero, ni más ni menos. “A ella la conocí por un amigo”, relató sobre el inicio de la relación, aunque aclaró que “ella como que está harta del golf”. Sin embargo resulta indudable la influencia positiva que un suegro como el de Guillermo puede tener en su vida deportiva. “Tener al «Gato» al lado es fundamental. El otro día salí a jugar con él y es como que quiere enseñarte. Mejor profesor que el «Gato» no voy a conseguir. Tiene tanta experiencia que es inevitable tratar de absorberla”.
Ante esto nos preguntamos si de la mano de un grande como Romero, las presiones propias del profesionalismo al que Voget aspira podrían hacerse más llevaderas.
Sin atisbos de duda, “Willy” respondió: “Cuando llegue te cuento”.
Patxi Uribe
viernes, 26 de octubre de 2007
Por las nubes
El pasado fin de semana, junto a un grupo de montañistas catamarqueños, estuvimos siguiendo las sendas que nos llevarían a la cima del cerro El Manchao’, un difícil ascenso de nuestra provincia.
Es por eso que esta semana, en lugar de relatar los caminos seguidos por nuestros coprovincianos en Córdoba, me pareció una buena idea compartir con ustedes un poco lo que fue aquella travesía por suelos catamarqueños.
Finalmente no pudimos hacer cumbre a causa de una fuerte tormenta de nieve.
El viaje, sin embargo, no tuvo desperdicio y sirvió para recibir muchas lecciones sobre la vida en la montaña y la supervivencia en situaciones extremas.
Hasta el próximo viernes!
viernes, 19 de octubre de 2007
El ejemplo de "Chucky"
No teman, no se hablará aquí del muñeco diabólico. Tan sólo nos referiremos acerca de Ángel Marcos Romero, catamarqueño de 28 años al que, en su infancia, recibió el curioso apodo de “Chucky” por su similitud con el terrorífico personaje hollywoodense.
Sin embargo no es su sobrenombre el motivo de esta “Changada”, sino el modo en que Marcos lleva adelante su vida en Córdoba. “Para mí, la única forma de poder estudiar es trabajando”, nos dice, y es justamente esa actitud y ganas de crecer lo que queremos destacar.
“Chucky” relató que “vine hace 6 años a estudiar, a hacer un curso de despachante de aviones, pero cuando se dio la devaluación se cerraron todas las puertas. Había que ir a Buenos Aires, pero ya no me daba económicamente como para irme”.
Al no poder trabajar en lo que se había propuesto, no se quedó de brazos cruzados, e inició la tecnicatura en óptica y contactología que actualmente realiza. Paralelamente, siempre trabajó en diversos lugares, y hoy lo hace en uno de los locales de venta de “chucherías” de todo tipo que hay en la terminal de ómnibus de “la Docta”, con lo que se ayuda a solventar tanto sus estudios como el lugar donde vive, un departamento en el colorido barrio de Alberdi, a pocas cuadras del estadio de Belgrano.
Mientras atendía a una clienta que buscaba un puntero láser, Marcos comentó: “Hay muchos chicos estudiando que tienen la posibilidad de que los padres los mantengan y entonces tienen mucho más tiempo para dedicarse de lleno a la carrera; tienen la posibilidad de poder estudiar más tranquilos, sin cansancio”. Pero la reflexión no termina allí, y luego de entregar un vuelto dijo: “Trabajar es muy gratificante. A esta tarea la venía haciendo desde hace mucho tiempo en Catamarca. Te sentís bien porque ya no sos una carga para tu familia. Yo trabajo todos los días del año, todos. Feriados, sábados, domingos, y a Catamarca me voy cuando puedo, en mis vacaciones, o para Navidad”.
Al parecer, esas largas ausencias no durarán mucho más, o por lo menos eso es lo que anhela este “Chucky”, que es todo lo contrario a la maldad: “Quiero terminar rápido y volverme a Catamarca, para poner algo allá. La carrera que hago está buena, y se pueden hacer cosas muy buenas también. Allá hay mucha gente a la cual se puede ayudar”.
De todo modos, tan apurado no está: “Voy despacito, algún día me voy a recibir”.
Metele tranquilo “Chucky”, tu tierra siempre te va a esperar.
Patxi Uribe
Sin embargo no es su sobrenombre el motivo de esta “Changada”, sino el modo en que Marcos lleva adelante su vida en Córdoba. “Para mí, la única forma de poder estudiar es trabajando”, nos dice, y es justamente esa actitud y ganas de crecer lo que queremos destacar.
“Chucky” relató que “vine hace 6 años a estudiar, a hacer un curso de despachante de aviones, pero cuando se dio la devaluación se cerraron todas las puertas. Había que ir a Buenos Aires, pero ya no me daba económicamente como para irme”.
Al no poder trabajar en lo que se había propuesto, no se quedó de brazos cruzados, e inició la tecnicatura en óptica y contactología que actualmente realiza. Paralelamente, siempre trabajó en diversos lugares, y hoy lo hace en uno de los locales de venta de “chucherías” de todo tipo que hay en la terminal de ómnibus de “la Docta”, con lo que se ayuda a solventar tanto sus estudios como el lugar donde vive, un departamento en el colorido barrio de Alberdi, a pocas cuadras del estadio de Belgrano.
Mientras atendía a una clienta que buscaba un puntero láser, Marcos comentó: “Hay muchos chicos estudiando que tienen la posibilidad de que los padres los mantengan y entonces tienen mucho más tiempo para dedicarse de lleno a la carrera; tienen la posibilidad de poder estudiar más tranquilos, sin cansancio”. Pero la reflexión no termina allí, y luego de entregar un vuelto dijo: “Trabajar es muy gratificante. A esta tarea la venía haciendo desde hace mucho tiempo en Catamarca. Te sentís bien porque ya no sos una carga para tu familia. Yo trabajo todos los días del año, todos. Feriados, sábados, domingos, y a Catamarca me voy cuando puedo, en mis vacaciones, o para Navidad”.
Al parecer, esas largas ausencias no durarán mucho más, o por lo menos eso es lo que anhela este “Chucky”, que es todo lo contrario a la maldad: “Quiero terminar rápido y volverme a Catamarca, para poner algo allá. La carrera que hago está buena, y se pueden hacer cosas muy buenas también. Allá hay mucha gente a la cual se puede ayudar”.
De todo modos, tan apurado no está: “Voy despacito, algún día me voy a recibir”.
Metele tranquilo “Chucky”, tu tierra siempre te va a esperar.
Patxi Uribe
martes, 16 de octubre de 2007
Blog Action Day
Hoy es el Blog Action Day. Qué “joraca” será esto, se preguntarán ustedes.
Este día fue elegido por un grupo de bloggers para escribir algo sobre temáticas particulares, de cierta importancia mundial.
No soy el tipo de bloggers que está todo el día frente a un monitor viendo las nuevas ganzadas que se esparcen por el mundo virtual, pero esta campaña me pareció buena porque con ella se busca generar un poco de conciencia, en este caso, sobre el cambio climático.
Ahí les va un poco de crítica.
Esto es muy simple. El mundo se está yendo, poco a poco, al demonio, es decir, se está destruyendo, acabando. Esto es real.
No voy a hacer una lista de los glaciares disminuidos, ni mostrar imágenes de selvas devastadas por la voracidad humana, ni mucho menos flagelarlos con niños desnutridos o mutilados.
Quisiera aprovechar este espacio para recordarles que el mundo es uno sólo. Esto lo habrán escuchado miles de veces, pero es así, y el hecho de que sea uno sólo implica que si lo seguimos castigando como lo venimos haciendo, con él dejaremos de existir nosotros, todos los seres que poblamos este lugar al que llamamos Tierra.
No pido que salgan a tratar de cerrar fábricas o papeleras. Es mucho menos lo que se necesita. Con actos simples podemos contribuir para que entre todos tomemos noción de lo negativo que es lo que está sucediendo a nuestro alrededor.
Sé que a esta altura deben estar aburridos o irritados, pero no quería dejar de decir algo.
¡Infórmense, hablen, discutan sobre el cambio climático!
No se trata de pasar de la primavera al verano, se trata de pasar del bello, fructífero, apacible planeta que tenemos, a un lugar devastado, infértil, sin vida.
El ser humano es un ser tremendamente inteligente. Aprovechemos el don de la razón.
Cuidemos nuestro hogar. Es nuestro Único Hogar.
Patxi Uribe
Este día fue elegido por un grupo de bloggers para escribir algo sobre temáticas particulares, de cierta importancia mundial.
No soy el tipo de bloggers que está todo el día frente a un monitor viendo las nuevas ganzadas que se esparcen por el mundo virtual, pero esta campaña me pareció buena porque con ella se busca generar un poco de conciencia, en este caso, sobre el cambio climático.
Ahí les va un poco de crítica.
Esto es muy simple. El mundo se está yendo, poco a poco, al demonio, es decir, se está destruyendo, acabando. Esto es real.
No voy a hacer una lista de los glaciares disminuidos, ni mostrar imágenes de selvas devastadas por la voracidad humana, ni mucho menos flagelarlos con niños desnutridos o mutilados.
Quisiera aprovechar este espacio para recordarles que el mundo es uno sólo. Esto lo habrán escuchado miles de veces, pero es así, y el hecho de que sea uno sólo implica que si lo seguimos castigando como lo venimos haciendo, con él dejaremos de existir nosotros, todos los seres que poblamos este lugar al que llamamos Tierra.
No pido que salgan a tratar de cerrar fábricas o papeleras. Es mucho menos lo que se necesita. Con actos simples podemos contribuir para que entre todos tomemos noción de lo negativo que es lo que está sucediendo a nuestro alrededor.
Sé que a esta altura deben estar aburridos o irritados, pero no quería dejar de decir algo.
¡Infórmense, hablen, discutan sobre el cambio climático!
No se trata de pasar de la primavera al verano, se trata de pasar del bello, fructífero, apacible planeta que tenemos, a un lugar devastado, infértil, sin vida.
El ser humano es un ser tremendamente inteligente. Aprovechemos el don de la razón.
Cuidemos nuestro hogar. Es nuestro Único Hogar.
Patxi Uribe
viernes, 12 de octubre de 2007
Nutrición mental
En épocas donde la nutrición alimenticia es una asignatura que preocupa a mucha gente, pocos son los que piensan seriamente en cultivar su intelecto.
No hablamos de sentarse durante interminables horas a estudiar un libro de filosofía clásica, sino de cosas mucho más simples y menos arduas. Conversar con alguien, por ejemplo.
En una sobremesa en la que casi sin querer ya había un mate amargo entre nosotros, se inició una interesante charla junto a Emanuel Soberón.
Licenciado en Ciencia Política, Diplomado en Ciencias Sociales, con una extensa lista de cursos de post-grado, años de aprendizaje de idiomas (ruso y francés, por citar un par) repartidos entre la Facultad de Lenguas cordobesa y varios institutos privados, son sólo algunos de los laureles académicos que este chango ha obtenido en sus -más que productivos- 26 años.
Al enterarnos de alguien con esa cantidad de estudios incorporados, no sería extraño pensar en una persona de gruesos lentes, actitud reservada y aire pensativo en todo momento. Nada más lejos del semblante de Emanuel. Sin embargo, la sabiduría que porta se nota en sus palabras, el modo de expresar sus ideas u opiniones mientras avanza el diálogo, variado por donde se lo mire.
Explicaciones sobre la política internacional actual se mezclan con proyectos de desarrollo sustentable para aplicar en Catamarca. Siguieron los temas de Silvio, ese Rodríguez inevitable para muchos de su generación, a quien empezó a entender pisando los 18, y que tan presente se encuentra en sus acordes (Emanuel también toca la guitarra, por si fuera poco). La música que se escuchaba en su casa de pequeño, cuando Los Trovadores o el dúo Salteño amenizaban los fines de semana; el joven Peteco Carabajal que conociera a los 10 años y no dejaría de escuchar jamás; y un retorno a temas menos coloridos para revisar la mentalidad política de los jóvenes de hoy. En ese círculo conversacional que iba de lo trivial a lo serio, de lo trascendental a lo efímero, de las risas a la reflexión concienzuda en un distendido “ida y vuelta” de principio a fin, Emanuel desplegó, sin esfuerzos ni pretensiones estilísticas, el perfil del personaje tan admirable que vinimos a buscar pensando en esta nota.
Complacencia fue lo que se sintió al desandar la conversación brevemente relatada. Impotencia, a la vez, por la falta de espacio y la incapacidad de plasmar con mayor destreza lo fructífero, lo bello de las expresiones vertidas por este catamarqueño que tan orgulloso nos tiene que hacer sentir.
La siesta en que transcurrió esta charla, eso sí, tuvo un valor agregado. Fue un nutriente para la mente.
No hablamos de sentarse durante interminables horas a estudiar un libro de filosofía clásica, sino de cosas mucho más simples y menos arduas. Conversar con alguien, por ejemplo.
En una sobremesa en la que casi sin querer ya había un mate amargo entre nosotros, se inició una interesante charla junto a Emanuel Soberón.
Licenciado en Ciencia Política, Diplomado en Ciencias Sociales, con una extensa lista de cursos de post-grado, años de aprendizaje de idiomas (ruso y francés, por citar un par) repartidos entre la Facultad de Lenguas cordobesa y varios institutos privados, son sólo algunos de los laureles académicos que este chango ha obtenido en sus -más que productivos- 26 años.
Al enterarnos de alguien con esa cantidad de estudios incorporados, no sería extraño pensar en una persona de gruesos lentes, actitud reservada y aire pensativo en todo momento. Nada más lejos del semblante de Emanuel. Sin embargo, la sabiduría que porta se nota en sus palabras, el modo de expresar sus ideas u opiniones mientras avanza el diálogo, variado por donde se lo mire.
Explicaciones sobre la política internacional actual se mezclan con proyectos de desarrollo sustentable para aplicar en Catamarca. Siguieron los temas de Silvio, ese Rodríguez inevitable para muchos de su generación, a quien empezó a entender pisando los 18, y que tan presente se encuentra en sus acordes (Emanuel también toca la guitarra, por si fuera poco). La música que se escuchaba en su casa de pequeño, cuando Los Trovadores o el dúo Salteño amenizaban los fines de semana; el joven Peteco Carabajal que conociera a los 10 años y no dejaría de escuchar jamás; y un retorno a temas menos coloridos para revisar la mentalidad política de los jóvenes de hoy. En ese círculo conversacional que iba de lo trivial a lo serio, de lo trascendental a lo efímero, de las risas a la reflexión concienzuda en un distendido “ida y vuelta” de principio a fin, Emanuel desplegó, sin esfuerzos ni pretensiones estilísticas, el perfil del personaje tan admirable que vinimos a buscar pensando en esta nota.
Complacencia fue lo que se sintió al desandar la conversación brevemente relatada. Impotencia, a la vez, por la falta de espacio y la incapacidad de plasmar con mayor destreza lo fructífero, lo bello de las expresiones vertidas por este catamarqueño que tan orgulloso nos tiene que hacer sentir.
La siesta en que transcurrió esta charla, eso sí, tuvo un valor agregado. Fue un nutriente para la mente.
Patxi Uribe
viernes, 5 de octubre de 2007
Tras la huella de la verdad
Quizás muchos de ustedes, estimados lectores, se hayan imaginado alguna vez con lupa en mano, siguiendo las pistas de un crimen al mejor estilo Sherlock Holmes.
El caso de Eugenia Aguirre es un tanto parecido, pero fueron los programas televisivos sobre investigaciones del FBI los que despertaron su interés. “¡Waw, me encanta esto!” se dijo una noche, e inició las averiguaciones necesarias para comenzar los estudios en criminalística.
Esta catamarqueña de 23 años aseguró que “elegí la carrera incluso sin saber su nombre; existe una ignorancia muy grande al respecto. Se la conoce poco, por eso somos muy pocos también los que la estudiamos, y cuando lo cuento me preguntan ‘¿qué es eso?’; nadie sabe de qué se trata”.
Además de esta consideración sobre los pocos datos que hay acerca de la carrera, que tiene como fin investigar los hechos delictivos, Eugenia hizo énfasis en lo selectiva que puede llegar a ser. “No es para todos. Tenés que indagar mucho, analizar; siempre es tu ojo el que determina las cosas”. Esto es algo muy singular debido a que “no podés decir como en otras carreras, ‘sigo estudiando, sigo estudiando’, porque no podés equivocarte, no son respuestas que están en un libro”.
En tanto, al hablar de la manera en que son corregidos los alumnos, detalló que “es un 0 o un 10. Podés haber hecho 12 mil hojas, unas láminas ilustrativas espectaculares, una pericia bárbara, pero si concluís mal el trabajo tenés 0. Es así, igual que en un juicio, en sentido de que no te podés equivocar”.
Un aspecto atrapante de esta actividad fue descripto por Eugenia con gran pasión: “no existe el crimen perfecto, ¡no hay forma! Lo pueden planear durante años pero siempre alguna macana se mandan. Un pelito, una uña, una fibra de la ropa y se soluciona todo el crimen”.
Con un espíritu bastante emparentado con el de aquel detective inglés que siempre era acompañado por su fiel ayudante Watson, Eugenia nos contó que su interés por la documentología legal -especialización que cursa- nació porque “tengo el convencimiento de que como perito en documentología formada profesionalmente, y sobre todo con principios éticos, puedo ser una importante colaboradora de la justicia”.
Por ahora es probable encontrarse con esta futura “detective” por las calles de Córdoba.
Pronto, eso es seguro, Eugenia estará utilizando sus herramientas técnicas para aclarar incógnitas sin resolver de las tareas criminales realizadas en Catamarca. ¡A cuidarse, maleantes!
El caso de Eugenia Aguirre es un tanto parecido, pero fueron los programas televisivos sobre investigaciones del FBI los que despertaron su interés. “¡Waw, me encanta esto!” se dijo una noche, e inició las averiguaciones necesarias para comenzar los estudios en criminalística.
Esta catamarqueña de 23 años aseguró que “elegí la carrera incluso sin saber su nombre; existe una ignorancia muy grande al respecto. Se la conoce poco, por eso somos muy pocos también los que la estudiamos, y cuando lo cuento me preguntan ‘¿qué es eso?’; nadie sabe de qué se trata”.
Además de esta consideración sobre los pocos datos que hay acerca de la carrera, que tiene como fin investigar los hechos delictivos, Eugenia hizo énfasis en lo selectiva que puede llegar a ser. “No es para todos. Tenés que indagar mucho, analizar; siempre es tu ojo el que determina las cosas”. Esto es algo muy singular debido a que “no podés decir como en otras carreras, ‘sigo estudiando, sigo estudiando’, porque no podés equivocarte, no son respuestas que están en un libro”.
En tanto, al hablar de la manera en que son corregidos los alumnos, detalló que “es un 0 o un 10. Podés haber hecho 12 mil hojas, unas láminas ilustrativas espectaculares, una pericia bárbara, pero si concluís mal el trabajo tenés 0. Es así, igual que en un juicio, en sentido de que no te podés equivocar”.
Un aspecto atrapante de esta actividad fue descripto por Eugenia con gran pasión: “no existe el crimen perfecto, ¡no hay forma! Lo pueden planear durante años pero siempre alguna macana se mandan. Un pelito, una uña, una fibra de la ropa y se soluciona todo el crimen”.
Con un espíritu bastante emparentado con el de aquel detective inglés que siempre era acompañado por su fiel ayudante Watson, Eugenia nos contó que su interés por la documentología legal -especialización que cursa- nació porque “tengo el convencimiento de que como perito en documentología formada profesionalmente, y sobre todo con principios éticos, puedo ser una importante colaboradora de la justicia”.
Por ahora es probable encontrarse con esta futura “detective” por las calles de Córdoba.
Pronto, eso es seguro, Eugenia estará utilizando sus herramientas técnicas para aclarar incógnitas sin resolver de las tareas criminales realizadas en Catamarca. ¡A cuidarse, maleantes!
Patxi Uribe
viernes, 28 de septiembre de 2007
Una bomba ilógica
Sus shows colmaron de risas el Cine Teatro Catamarca. Sus bromas fueron festejadas por miles de personas en la Fiesta del Poncho. Compartió escenario con músicos de la talla del Chaqueño Palavecino o el Dúo Coplanacu. Podemos escucharlo en Radio Ancasti o cruzarlo a la vuelta de cualquier esquina en nuestra ciudad llevando consigo su simple, lúcido, autóctono humor.
Este trabajador de las carcajadas, por pocos conocido como Oscar Armando Contrera, por muchos simplemente como "el Bomba", días atrás estuvo en Córdoba con el propósito de analizar varias propuestas laborales.
Más allá de que actualmente se estén desarrollando -en óptimas condiciones- las tratativas necesarias para "hacer temporada" en un importante teatro de la exitosísima Villa Carlos Paz, muchas de las proposiciones recibidas ya fueron aceptadas, como el caso de la fiesta privada que en octubre animará en Calchín, en el interior cordobés, o en el Festival de Las Varillas, otra localidad de la mediterránea provincia, donde actuará en noviembre. Estos eventos sonarán un tanto pequeños si los comparamos con el histórico Festival de Doma y Folklore de Jesús María, donde "el Bomba" brindará lo mejor de su repertorio el 11 de enero próximo.
Eso por hacer un recuento de lo que se avecina en Córdoba, porque la agenda del explosivo humorista no finaliza allí: tiene previstas tres funciones en Caleta Olivia para el mes de octubre, y también está preparándose para viajar, en Julio de 2008, a la lejana Italia, como invitado especial del proyecto cultural ISEF World, coordinado por César Cruz.
Con este panorama es muy probable que hayan sido colmados los anhelos laborales para una persona a la que "desde chico ya no le gustaba trabajar", como lo asegura su biografía personal. Sin embargo lo sobrelleva muy bien, porque a lo largo del año supo mostrar sus variados chascarrillos en decenas de espectáculos.
Además, hablando sobre su última presentación en nuestra Fiesta del Poncho, "el Bomba" se mostró contento cuando recordó que "esa noche se me acercaron los jóvenes a felicitarme, algo que normalmente no pasa"; reconocimiento que lo llenó de orgullo y ganas de continuar haciendo lo que más disfruta.
Signo claro, también, de la vigencia y el enriquecimiento de su espectáculo, que en esa noche dentro del novísimo Predio Ferial fue aclamado por miles de palmas y voces llenas de alegría.
En todo esto, no obstante, hay algo que no cuadra, que no está bien.
Las bombas, normalmente, caen. "El Bomba", al contrario, se va para arriba.
Patxi Uribe
Este trabajador de las carcajadas, por pocos conocido como Oscar Armando Contrera, por muchos simplemente como "el Bomba", días atrás estuvo en Córdoba con el propósito de analizar varias propuestas laborales.
Más allá de que actualmente se estén desarrollando -en óptimas condiciones- las tratativas necesarias para "hacer temporada" en un importante teatro de la exitosísima Villa Carlos Paz, muchas de las proposiciones recibidas ya fueron aceptadas, como el caso de la fiesta privada que en octubre animará en Calchín, en el interior cordobés, o en el Festival de Las Varillas, otra localidad de la mediterránea provincia, donde actuará en noviembre. Estos eventos sonarán un tanto pequeños si los comparamos con el histórico Festival de Doma y Folklore de Jesús María, donde "el Bomba" brindará lo mejor de su repertorio el 11 de enero próximo.
Eso por hacer un recuento de lo que se avecina en Córdoba, porque la agenda del explosivo humorista no finaliza allí: tiene previstas tres funciones en Caleta Olivia para el mes de octubre, y también está preparándose para viajar, en Julio de 2008, a la lejana Italia, como invitado especial del proyecto cultural ISEF World, coordinado por César Cruz.
Con este panorama es muy probable que hayan sido colmados los anhelos laborales para una persona a la que "desde chico ya no le gustaba trabajar", como lo asegura su biografía personal. Sin embargo lo sobrelleva muy bien, porque a lo largo del año supo mostrar sus variados chascarrillos en decenas de espectáculos.
Además, hablando sobre su última presentación en nuestra Fiesta del Poncho, "el Bomba" se mostró contento cuando recordó que "esa noche se me acercaron los jóvenes a felicitarme, algo que normalmente no pasa"; reconocimiento que lo llenó de orgullo y ganas de continuar haciendo lo que más disfruta.
Signo claro, también, de la vigencia y el enriquecimiento de su espectáculo, que en esa noche dentro del novísimo Predio Ferial fue aclamado por miles de palmas y voces llenas de alegría.
En todo esto, no obstante, hay algo que no cuadra, que no está bien.
Las bombas, normalmente, caen. "El Bomba", al contrario, se va para arriba.
Patxi Uribe
viernes, 21 de septiembre de 2007
Por cumplir lejos del pago
Motivada por su reciente cumpleaños, esta “Changada” versará sobre un catamarqueño de ley, Facundo Barros, quien el último 15 de septiembre cumplió nada menos que 22 años.
Los años no vienen solos, reza el dicho popular, y “Facu” los recibió en compañía de muchos de sus amigos en el departamento donde vive, ubicado una de las zonas más transcurridas de Nueva Córdoba, como es la esquina de Buenos Aires y Rondeau.
Amante de Las Agüitas, paraje provinciano a medio camino entre El Rodeo y Las Juntas, llegó a Córdoba para estudiar Derecho, y actualmente cursa el tercer año de esa tradicional carrera. Además de verlo por las aulas, no es raro encontrar a este incipiente político enfrascado en alguna discusión tratando de imponer su posición cada vez que lo considera necesario. ¿Habrá heredado, acaso, los genes Barros de Daniel, su padre; o de doña Edelweis, aquella brava maestra y recordada funcionaria en el área de Educación que fuera su abuela? Muchas dudas no hay.
No todo es estudio, sin embargo, para un chango que sabe aprovechar el tiempo libre. Es así como lo podemos ver jugando al fútbol con su equipo, San Fernando, o tomando unos tragos con uno de sus más cercanos “cumpas”, Marcelo Aguirre.
Un capítulo aparte en esta historia merecería la gran cantidad de anécdotas relacionadas a “conquistas femeninas” que Barros cuenta en su haber, pero evocar en este espacio relatos de esa índole sería un tanto imprudente. Quedará para otra ocasión.
De carácter fuerte, con sinceridad inquebrantable pero con una dosis algo exagerada de amor propio, Facundo es uno de los tantos jóvenes que hacen valer su identidad, tanto en la manera de expresarse como en su vestimenta, y representa con singular hidalguía el ser catamarqueño, muchas veces atenuado en lugares públicos por varios de nuestros coprovincianos.
Aquella noche del sábado 14, que se extendió hasta las primeras horas del 15 para recibir un nuevo cumpleaños, no habrá estado rodeado por el frondoso paisaje de su querida Las Agüitas ni acompañado por Gladys o Daniel, sus padres, pero en compañía de las amistades y de los rasguidos interminables de la guitarra de Emanuel Soberón, Facundo arribó a los 22 años como todo buen catamarqueño.
Patxi Uribe
Los años no vienen solos, reza el dicho popular, y “Facu” los recibió en compañía de muchos de sus amigos en el departamento donde vive, ubicado una de las zonas más transcurridas de Nueva Córdoba, como es la esquina de Buenos Aires y Rondeau.
Amante de Las Agüitas, paraje provinciano a medio camino entre El Rodeo y Las Juntas, llegó a Córdoba para estudiar Derecho, y actualmente cursa el tercer año de esa tradicional carrera. Además de verlo por las aulas, no es raro encontrar a este incipiente político enfrascado en alguna discusión tratando de imponer su posición cada vez que lo considera necesario. ¿Habrá heredado, acaso, los genes Barros de Daniel, su padre; o de doña Edelweis, aquella brava maestra y recordada funcionaria en el área de Educación que fuera su abuela? Muchas dudas no hay.
No todo es estudio, sin embargo, para un chango que sabe aprovechar el tiempo libre. Es así como lo podemos ver jugando al fútbol con su equipo, San Fernando, o tomando unos tragos con uno de sus más cercanos “cumpas”, Marcelo Aguirre.
Un capítulo aparte en esta historia merecería la gran cantidad de anécdotas relacionadas a “conquistas femeninas” que Barros cuenta en su haber, pero evocar en este espacio relatos de esa índole sería un tanto imprudente. Quedará para otra ocasión.
De carácter fuerte, con sinceridad inquebrantable pero con una dosis algo exagerada de amor propio, Facundo es uno de los tantos jóvenes que hacen valer su identidad, tanto en la manera de expresarse como en su vestimenta, y representa con singular hidalguía el ser catamarqueño, muchas veces atenuado en lugares públicos por varios de nuestros coprovincianos.
Aquella noche del sábado 14, que se extendió hasta las primeras horas del 15 para recibir un nuevo cumpleaños, no habrá estado rodeado por el frondoso paisaje de su querida Las Agüitas ni acompañado por Gladys o Daniel, sus padres, pero en compañía de las amistades y de los rasguidos interminables de la guitarra de Emanuel Soberón, Facundo arribó a los 22 años como todo buen catamarqueño.
Patxi Uribe
viernes, 14 de septiembre de 2007
Relato de una guitarra privilegiada
El Teatro del Libertador, ubicado en la populosa avenida Vélez Sarsfield de Córdoba, es un ícono de la cultura, y, sobre todo, de la música del país en sus versiones más cuidadas y estudiadas. Esta histórica construcción, que cobijó a centenares de músicos de primera línea, entre los que podemos citar a Mercedes Sosa, Silvio Rodríguez o Jairo, en esta ocasión abrió sus puertas a un virtuoso músico de nuestros pagos, Jorge Reales.
Jorge o “chuscha”, como lo llaman sus amigos, además de ser estudiante de música, es guitarrista y compositor, y a sus cortos 20 años de edad ya formó parte de diversas agrupaciones de rock, jazz, clásico, tango y folclore, en calidad de guitarrista eléctrico y acústico.
Mucho se podría decir de sus estudios o de su “currículum” musical, pero esta vez nos convocó el espectáculo que, dentro del ciclo “Escuelas de Música”, brindó aquella tarde-noche cordobesa.
Ya al entrar a la pequeña sala Luis de Tejeda, donde se desarrolla el ciclo, un ambiente casi hipnótico recibía al público, con una oscuridad sólo matizada por tenues luces azules, bien al fondo del escenario, y otra, clara y más intensa, iluminando a quien se disponía acariciar su instrumento.
Los temas fueron variados, sin un género fijo, pero en su totalidad, los aires de chacarera, canciones, zambas un tanto “jazzeras”, o el preludio de Bach con que se cerró la sesión, fueron interpretados con una gracia tal, que nos enorgulleció saber que este chango, que se asoma como un músico de primer orden, supo dar sus primeros rasguidos en guitarreadas catamarqueñas.
Con breves pausas en cada tema, en las que incluso soltó un afectuoso saludo para los pocos coterráneos que nos encontrábamos allí, la velada avanzó agradable, flotando junto al sonido de esas seis cuerdas que fueron hábilmente perturbadas para brindar armónicos paseos sonoros.
Ciertos fragmentos tenían el conocido efecto de erizar la piel, sobre todo aquellos de la canción “El lugar”, inspirado en nuestra añorada Catamarca; o “María”, con especial dedicatoria para una señorita muy allegada a Jorge, también presente aquella vez.
La sutil belleza de las interpretaciones regocijó los oídos de los presentes a lo largo de todo el espectáculo, que finalizó entre agradecidos aplausos y pedidos de más canciones. “Espero que hayan disfrutado”, fueron las últimas palabras de este talentoso catamarqueño antes de bajar del escenario.
Por nuestra parte, que se quede tranquilo, porque no solo disfrutamos de su brillante espectáculo, sino que, además, como catamarqueños, nos hizo sentir verdaderamente orgullosos. ¡¡¡Fuerte ese aplauso!!!
Patxi Uribe
jueves, 6 de septiembre de 2007
Monjas, zombies y duendes en un bebedero
Un nutrido número de seres mitológicos, fantásticos y algunos un tanto bizarros, pudieron verse durante la madrugada del sábado 26 del pasado mes, entre el humo y el estruendo de los parlantes de “Bebedero’s”.
Este inusual grupo se reunió en el citado pub cordobés para celebrar el cumpleaños de Lucas Nieto y Leandro Filipín, quienes decidieron conmemorar sus natalicios -que fueron unos días antes del festejo- con una fiesta de disfraces en la que la inventiva y el ingenio de la changada catamarqueña se pudo palpar en alas de ángeles negros o en la capa de una mujer maravilla con unas cuantas copas de más.
Entre los curiosos personajes que se destacaron aquella noche, sería un desperdicio no citar al “cura” Ignacio Mana, con un atuendo que nos recordaba al angelical Padre Amaro, interpretado tiempo atrás por Gael García Bernal. Igual mención amerita el “afrancesado locomía” representado por Agustín Mana. Tampoco podría olvidar al “duende Laureano”, o al “rockero” bicho Vera, con su intimidante collar de púas haciendo juego con una campera de cuero negra como la del recordado Terminator.
Las muchachas no se quedaron atrás con los atuendos, por lo que pudimos observar a una alegrísima “princesa” Adén, quien mostró sus nobles bellezas junto al magistrado del siglo XVII que encarnó Lucas, uno de los cumpleañeros. Además, una astuta gitana estaba personificada por Antonella Corpacci, fue acompañada por un gaucho de los guapos.
El clima de efervescencia se extendió a lo largo de toda la madrugada, y quienes pudieron disfrutar de aquel festival de atuendos carnavalescos lo recordarán, cuando despierten de un largo y reparador sueño, como una fiesta de las grandes.
Luego de haber cumplido una breve tarea fotográfica, amenizada con tragos y saludos brindados por este ecléctico grupo de criaturas, me despedí del “zombie” Cerda, quien insistía en que me quede.
Pero partí. Tuve miedo de que surja, desde lo más profundo de su ser, hambre de carne periodística.
Este inusual grupo se reunió en el citado pub cordobés para celebrar el cumpleaños de Lucas Nieto y Leandro Filipín, quienes decidieron conmemorar sus natalicios -que fueron unos días antes del festejo- con una fiesta de disfraces en la que la inventiva y el ingenio de la changada catamarqueña se pudo palpar en alas de ángeles negros o en la capa de una mujer maravilla con unas cuantas copas de más.
Entre los curiosos personajes que se destacaron aquella noche, sería un desperdicio no citar al “cura” Ignacio Mana, con un atuendo que nos recordaba al angelical Padre Amaro, interpretado tiempo atrás por Gael García Bernal. Igual mención amerita el “afrancesado locomía” representado por Agustín Mana. Tampoco podría olvidar al “duende Laureano”, o al “rockero” bicho Vera, con su intimidante collar de púas haciendo juego con una campera de cuero negra como la del recordado Terminator.
Las muchachas no se quedaron atrás con los atuendos, por lo que pudimos observar a una alegrísima “princesa” Adén, quien mostró sus nobles bellezas junto al magistrado del siglo XVII que encarnó Lucas, uno de los cumpleañeros. Además, una astuta gitana estaba personificada por Antonella Corpacci, fue acompañada por un gaucho de los guapos.
El clima de efervescencia se extendió a lo largo de toda la madrugada, y quienes pudieron disfrutar de aquel festival de atuendos carnavalescos lo recordarán, cuando despierten de un largo y reparador sueño, como una fiesta de las grandes.
Luego de haber cumplido una breve tarea fotográfica, amenizada con tragos y saludos brindados por este ecléctico grupo de criaturas, me despedí del “zombie” Cerda, quien insistía en que me quede.
Pero partí. Tuve miedo de que surja, desde lo más profundo de su ser, hambre de carne periodística.
Patxi Uribe
viernes, 24 de agosto de 2007
Un veterinario "bohemio"
Toco el timbre y responde una voz tranquila, que esperaba mi llegada. El portón de entrada al edificio se abre automáticamente gracias a las bondades tecnológicas del portero electrónico. Estamos en plena Nueva Córdoba, en el departamento de Matías Sarmiento, joven catamarqueño de 23 años que haciendo honores a su célebre apellido terminó sus estudios universitarios luego de una exitosa carrera, y hoy luce -junto con una hermosa cabeza rapada- su título de veterinario con gran orgullo.
Casi como un consejo a tener en cuenta por los chicos que hoy sienten dudas a la hora de elegir una carrera, Matías recuerda que al comienzo “no estaba 100 por ciento seguro” de seguir los caminos de la medicina animal, “pero cuando comencé a conocer bien qué es la veterinaria, me empezó a gustar más, y ahora estoy chocho”.
Matías o “el bohemio”, como le llaman sus más íntimos amigos, sostiene que la amistad es un elemento fundamental en esa nueva etapa de la vida que comienza cuando se llega a Córdoba. Para él, cuando se produce el desembarco a La Docta “siempre hay una etapa de transición que tenés que superar”, pero considera que “no me costó tanto”. En ese proceso, de seguro, influyó el hecho que “no me fui a vivir a un lugar donde estaba sólo, eso habría sido mucho más difícil”. Al contrario, destaca que “acá tengo prácticamente a todos mis amigos”, con quienes disfruta de buenos asados y guitarreadas, picados de fútbol y de noches encendidas en los destellos electrónicos de Mitre, un concurrido boliche cordobés.
Con respecto al esfuerzo que implica estudiar a nivel universitario, Matías asegura que “no lo sufrí tanto. No es que todos los días me levantaba y me quejaba de estudiar. Disfrutaba, porque tenía todas las cosas. Tenía que estudiar pero también podía salir, me podía divertir. Creo que hay gente que lo sufre más, gente que tiene que ‘laburar’ y estudiar al mismo tiempo; para esas personas es un cambio muy grande, ellos maduran mucho más rápido que uno que tiene la posibilidad de estudiar solamente”.
Acertado sería decir poco del comentario anterior. Pero “el bohemio” no se queda en eso y agrega: “Cuando te recibís cerrás un ciclo después del esfuerzo que hiciste durante mucho tiempo. Eso, quieras o no, te genera que le des muchísima importancia”.
Su presente, luego de haber completado los deberes académicos, está centrado en proyectos, y reconoce que “ahora estoy pensando qué es lo que voy a hacer. Terminé una etapa y ahora estoy viendo qué es lo que me gusta”.
Quien llena de palabras el espacio que estás leyendo augura que, sea lo que haga Matías, será con total dedicación y éxito. Por ahora, aplaudimos el objetivo cumplido, que no es poco. ¡Felicitaciones, Mati!
Patxi Uribe
Casi como un consejo a tener en cuenta por los chicos que hoy sienten dudas a la hora de elegir una carrera, Matías recuerda que al comienzo “no estaba 100 por ciento seguro” de seguir los caminos de la medicina animal, “pero cuando comencé a conocer bien qué es la veterinaria, me empezó a gustar más, y ahora estoy chocho”.
Matías o “el bohemio”, como le llaman sus más íntimos amigos, sostiene que la amistad es un elemento fundamental en esa nueva etapa de la vida que comienza cuando se llega a Córdoba. Para él, cuando se produce el desembarco a La Docta “siempre hay una etapa de transición que tenés que superar”, pero considera que “no me costó tanto”. En ese proceso, de seguro, influyó el hecho que “no me fui a vivir a un lugar donde estaba sólo, eso habría sido mucho más difícil”. Al contrario, destaca que “acá tengo prácticamente a todos mis amigos”, con quienes disfruta de buenos asados y guitarreadas, picados de fútbol y de noches encendidas en los destellos electrónicos de Mitre, un concurrido boliche cordobés.
Con respecto al esfuerzo que implica estudiar a nivel universitario, Matías asegura que “no lo sufrí tanto. No es que todos los días me levantaba y me quejaba de estudiar. Disfrutaba, porque tenía todas las cosas. Tenía que estudiar pero también podía salir, me podía divertir. Creo que hay gente que lo sufre más, gente que tiene que ‘laburar’ y estudiar al mismo tiempo; para esas personas es un cambio muy grande, ellos maduran mucho más rápido que uno que tiene la posibilidad de estudiar solamente”.
Acertado sería decir poco del comentario anterior. Pero “el bohemio” no se queda en eso y agrega: “Cuando te recibís cerrás un ciclo después del esfuerzo que hiciste durante mucho tiempo. Eso, quieras o no, te genera que le des muchísima importancia”.
Su presente, luego de haber completado los deberes académicos, está centrado en proyectos, y reconoce que “ahora estoy pensando qué es lo que voy a hacer. Terminé una etapa y ahora estoy viendo qué es lo que me gusta”.
Quien llena de palabras el espacio que estás leyendo augura que, sea lo que haga Matías, será con total dedicación y éxito. Por ahora, aplaudimos el objetivo cumplido, que no es poco. ¡Felicitaciones, Mati!
Patxi Uribe
viernes, 17 de agosto de 2007
El orgullo del subcampeón
Para las personas seguidoras del buen fútbol -como quien escribe estas líneas-, ver la final de una liga es todo un acontecimiento. En este caso no fue la liga española ni la italiana, por nombrar alguna de las más importantes, sino que el partido al que fui invitado se disputó en el marco la Liga Jujeña de Córdoba.
Quizás ustedes se pregunten qué hacía ahí este cronista. Pues bien, acudí a ese encuentro porque uno de los dos equipos en disputa por el campeonato, El Rejunte, está conformado en su mayoría por chicos catamarqueños.
El plantel, que cuenta entre sus pilares a jugadores con pasado en clubes como La Merced, Sumalao, San Martín del Bañado o Vélez, era el defensor del título, y si bien estaba catalogado como uno de los favoritos, en la primera etapa del torneo no demostró el nivel necesario como para estar en la final.
Esto ocurrió hasta la llegada de la fase eliminatoria, cuando El Rejunte pareció despertarse de su letargo futbolístico y sacó a lucir su chapa de candidato con pinceladas de buen juego, pero sobre todo con la garra de los que sienten que derrota es el equivalente exacto de bronca.
Así fue como los muchachos pasaron octavos de final por penales luego de un duro 0-0, en el que fue vital la intervención del arquero Shunko Fernández a la hora de los disparos desde los 12 pasos. Los cuartos se resolvieron con un 1-0, ventaja mínima conseguida por el trayecto inalcanzable de un “zapatazo” de Indalecio Zavaleta, una de las últimas incorporaciones del equipo.
La semifinal llegaba, pero no era un partido más. El siguiente rival era ni más ni menos que San Fernando, otro de los grandes animadores de esta liga, y conformado en su totalidad por changos de Catamarca.
La magnitud del partido no estaba dada sólo por el hecho de que los semifinalistas sean del mismo terruño. Además de la rivalidad generada entre ambos contrincantes, se sumaba el hecho de que San Fernando también fue campeón del certamen anteriormente, y en su caso llegaba a este enfrentamiento con un excelente nivel de juego. Todo hacía pensar que sería un choque memorable.
El encuentro finalizó 1-1, con la apertura del marcador hecha por una “peinada” de Mariano Toledo para El Rejunte. La igualdad, en tanto, llegó luego de un desafortunado rebote en un tiro libre ejecutado por Matías Butrón. Sin embargo, producto de los nervios y la intensidad con que se vivió, la semifinal no fue una demostración de buen juego. Correcto sería decir que fue una batalla. Si, una batalla en la que cada jugador dejó todo en la cancha. Como prueba de esto fue el saldo de expulsados del match (2 por equipo), además de considerables lesiones de varios de los “guerreros” que aquella tarde defendieron su camiseta.
Con ese panorama se avecinaron los penales, momento en que las apuestas corrían en contra de El Rejunte a causa de la presencia de Juan Pablo Cangi, ágil guardavallas que actualmente es el dueño indiscutido del arco de Villa Dolores, quien viajó exclusivamente para este partido gracias al esfuerzo económico de la directiva de San Fernando. No obstante, su presencia no fue suficiente, y luego de varios disparos, otra vez Toledo, con el último penal, fue el encargado de cerrar la serie para desatar el festejo y pensar en la final. El clásico “catucho” quedó en manos de El Rejunte.
Era el momento del desenlace y el equipo catamarqueño debía cruzarse con Los Perales, quienes no parecían ser un rival de temer. Las apariencias engañaron a los “rejuntados”, y en un momento de distracción durante el segundo tiempo el rival supo efectivizar una de sus pocas llegadas y convirtió el único tanto del partido. A partir de ese momento los catamarqueños dieron todo de sí para lograr el empate, poniendo contra su arco a los duros rivales, quienes no dejaron flancos libres como para lograr un ataque que finalice en gol.
Así, empujando desordenadamente y aguantando los contragolpes que sufren los equipos cuando arriesgan demasiado, se extinguieron los 90 minutos.
Los Perales se coronó campeón de la Liga Jujeña, pero los changos catamarqueños de El Rejunte se fueron de este torneo con la frente bien alta, tranquilos de haber dejado el alma en cada minuto de juego.
Con esa tranquilidad, y orgullosos en la derrota, se dispusieron a realizar un asado de características inolvidables, del que acabo de llegar con muchas ganas de escribir estas palabras.
¡Hasta el viernes que viene!
Patxi Uribe
Quizás ustedes se pregunten qué hacía ahí este cronista. Pues bien, acudí a ese encuentro porque uno de los dos equipos en disputa por el campeonato, El Rejunte, está conformado en su mayoría por chicos catamarqueños.
El plantel, que cuenta entre sus pilares a jugadores con pasado en clubes como La Merced, Sumalao, San Martín del Bañado o Vélez, era el defensor del título, y si bien estaba catalogado como uno de los favoritos, en la primera etapa del torneo no demostró el nivel necesario como para estar en la final.
Esto ocurrió hasta la llegada de la fase eliminatoria, cuando El Rejunte pareció despertarse de su letargo futbolístico y sacó a lucir su chapa de candidato con pinceladas de buen juego, pero sobre todo con la garra de los que sienten que derrota es el equivalente exacto de bronca.
Así fue como los muchachos pasaron octavos de final por penales luego de un duro 0-0, en el que fue vital la intervención del arquero Shunko Fernández a la hora de los disparos desde los 12 pasos. Los cuartos se resolvieron con un 1-0, ventaja mínima conseguida por el trayecto inalcanzable de un “zapatazo” de Indalecio Zavaleta, una de las últimas incorporaciones del equipo.
La semifinal llegaba, pero no era un partido más. El siguiente rival era ni más ni menos que San Fernando, otro de los grandes animadores de esta liga, y conformado en su totalidad por changos de Catamarca.
La magnitud del partido no estaba dada sólo por el hecho de que los semifinalistas sean del mismo terruño. Además de la rivalidad generada entre ambos contrincantes, se sumaba el hecho de que San Fernando también fue campeón del certamen anteriormente, y en su caso llegaba a este enfrentamiento con un excelente nivel de juego. Todo hacía pensar que sería un choque memorable.
El encuentro finalizó 1-1, con la apertura del marcador hecha por una “peinada” de Mariano Toledo para El Rejunte. La igualdad, en tanto, llegó luego de un desafortunado rebote en un tiro libre ejecutado por Matías Butrón. Sin embargo, producto de los nervios y la intensidad con que se vivió, la semifinal no fue una demostración de buen juego. Correcto sería decir que fue una batalla. Si, una batalla en la que cada jugador dejó todo en la cancha. Como prueba de esto fue el saldo de expulsados del match (2 por equipo), además de considerables lesiones de varios de los “guerreros” que aquella tarde defendieron su camiseta.
Con ese panorama se avecinaron los penales, momento en que las apuestas corrían en contra de El Rejunte a causa de la presencia de Juan Pablo Cangi, ágil guardavallas que actualmente es el dueño indiscutido del arco de Villa Dolores, quien viajó exclusivamente para este partido gracias al esfuerzo económico de la directiva de San Fernando. No obstante, su presencia no fue suficiente, y luego de varios disparos, otra vez Toledo, con el último penal, fue el encargado de cerrar la serie para desatar el festejo y pensar en la final. El clásico “catucho” quedó en manos de El Rejunte.
Era el momento del desenlace y el equipo catamarqueño debía cruzarse con Los Perales, quienes no parecían ser un rival de temer. Las apariencias engañaron a los “rejuntados”, y en un momento de distracción durante el segundo tiempo el rival supo efectivizar una de sus pocas llegadas y convirtió el único tanto del partido. A partir de ese momento los catamarqueños dieron todo de sí para lograr el empate, poniendo contra su arco a los duros rivales, quienes no dejaron flancos libres como para lograr un ataque que finalice en gol.
Así, empujando desordenadamente y aguantando los contragolpes que sufren los equipos cuando arriesgan demasiado, se extinguieron los 90 minutos.
Los Perales se coronó campeón de la Liga Jujeña, pero los changos catamarqueños de El Rejunte se fueron de este torneo con la frente bien alta, tranquilos de haber dejado el alma en cada minuto de juego.
Con esa tranquilidad, y orgullosos en la derrota, se dispusieron a realizar un asado de características inolvidables, del que acabo de llegar con muchas ganas de escribir estas palabras.
¡Hasta el viernes que viene!
Patxi Uribe
viernes, 10 de agosto de 2007
Punto de partida
La llegada de la columna “La changada en Córdoba” a este suplemento se produce, tal vez, en un momento inesperado. Los jóvenes que vivimos “divididos” entre Catamarca y “la Docta” hemos sido sacudidos por un hecho que conmovió a todos.
Es por eso que hoy, más que desarrollar algún tema en particular, solo haremos la lógica presentación que toda nueva columna amerita.
Desde las páginas de EL OJO se muestra, viernes tras viernes, un panorama de lo que pasó en la ciudad a través de un recorrido por nuestros lugares de diversión preferidos, la cobertura fotográfica de algún evento social, a la vez que se expone un surtido abanico de las actividades para realizar durante el fin de semana que está llegando.
Esos son algunos de los condimentos que conforman el pequeño entremés que es EL OJO, al que ahora se suma la columna que estás leyendo.
Lo que intentaremos desde acá será retratar sucesos de toda índole que tengan que ver con ese caudaloso grupo de chicas y chicos que por diversas razones nos encontramos en Córdoba; la “changada” catamarqueña que vive, crece y se cultiva lejos del pago.
Con ese objetivo pretendemos ser testigos y hábiles redactores de los más variados hechos, entre los que seguro estarán cumpleaños, una que otra peña, gestas deportivas, o la llegada de un nuevo médico, arquitecto o abogado a las huestes profesionales. Ninguna actividad, aunque sea de mínima relevancia, estará exenta de ser tratada en esta columna, por lo que probablemente también debamos ejercer el pecaminoso oficio de “chimentero”, y difundir nuevos amoríos o nostálgicas rupturas.
Todo dependerá de lo que este humilde corresponsal vaya enterándose en su trajinar diario, en el que ustedes pueden participar escribiendo a patxi.uribe@hotmail.com y dar aviso de todo tipo de actividad que esté pronta a realizarse por algún integrante de la changada en Córdoba.
Sin más por anunciar, y con sed de novedades, me despido hasta el próximo viernes.
Patxi Uribe
Es por eso que hoy, más que desarrollar algún tema en particular, solo haremos la lógica presentación que toda nueva columna amerita.
Desde las páginas de EL OJO se muestra, viernes tras viernes, un panorama de lo que pasó en la ciudad a través de un recorrido por nuestros lugares de diversión preferidos, la cobertura fotográfica de algún evento social, a la vez que se expone un surtido abanico de las actividades para realizar durante el fin de semana que está llegando.
Esos son algunos de los condimentos que conforman el pequeño entremés que es EL OJO, al que ahora se suma la columna que estás leyendo.
Lo que intentaremos desde acá será retratar sucesos de toda índole que tengan que ver con ese caudaloso grupo de chicas y chicos que por diversas razones nos encontramos en Córdoba; la “changada” catamarqueña que vive, crece y se cultiva lejos del pago.
Con ese objetivo pretendemos ser testigos y hábiles redactores de los más variados hechos, entre los que seguro estarán cumpleaños, una que otra peña, gestas deportivas, o la llegada de un nuevo médico, arquitecto o abogado a las huestes profesionales. Ninguna actividad, aunque sea de mínima relevancia, estará exenta de ser tratada en esta columna, por lo que probablemente también debamos ejercer el pecaminoso oficio de “chimentero”, y difundir nuevos amoríos o nostálgicas rupturas.
Todo dependerá de lo que este humilde corresponsal vaya enterándose en su trajinar diario, en el que ustedes pueden participar escribiendo a patxi.uribe@hotmail.com y dar aviso de todo tipo de actividad que esté pronta a realizarse por algún integrante de la changada en Córdoba.
Sin más por anunciar, y con sed de novedades, me despido hasta el próximo viernes.
Patxi Uribe
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