viernes, 12 de octubre de 2007

Nutrición mental


En épocas donde la nutrición alimenticia es una asignatura que preocupa a mucha gente, pocos son los que piensan seriamente en cultivar su intelecto.
No hablamos de sentarse durante interminables horas a estudiar un libro de filosofía clásica, sino de cosas mucho más simples y menos arduas. Conversar con alguien, por ejemplo.
En una sobremesa en la que casi sin querer ya había un mate amargo entre nosotros, se inició una interesante charla junto a Emanuel Soberón.
Licenciado en Ciencia Política, Diplomado en Ciencias Sociales, con una extensa lista de cursos de post-grado, años de aprendizaje de idiomas (ruso y francés, por citar un par) repartidos entre la Facultad de Lenguas cordobesa y varios institutos privados, son sólo algunos de los laureles académicos que este chango ha obtenido en sus -más que productivos- 26 años.
Al enterarnos de alguien con esa cantidad de estudios incorporados, no sería extraño pensar en una persona de gruesos lentes, actitud reservada y aire pensativo en todo momento. Nada más lejos del semblante de Emanuel. Sin embargo, la sabiduría que porta se nota en sus palabras, el modo de expresar sus ideas u opiniones mientras avanza el diálogo, variado por donde se lo mire.
Explicaciones sobre la política internacional actual se mezclan con proyectos de desarrollo sustentable para aplicar en Catamarca. Siguieron los temas de Silvio, ese Rodríguez inevitable para muchos de su generación, a quien empezó a entender pisando los 18, y que tan presente se encuentra en sus acordes (Emanuel también toca la guitarra, por si fuera poco). La música que se escuchaba en su casa de pequeño, cuando Los Trovadores o el dúo Salteño amenizaban los fines de semana; el joven Peteco Carabajal que conociera a los 10 años y no dejaría de escuchar jamás; y un retorno a temas menos coloridos para revisar la mentalidad política de los jóvenes de hoy. En ese círculo conversacional que iba de lo trivial a lo serio, de lo trascendental a lo efímero, de las risas a la reflexión concienzuda en un distendido “ida y vuelta” de principio a fin, Emanuel desplegó, sin esfuerzos ni pretensiones estilísticas, el perfil del personaje tan admirable que vinimos a buscar pensando en esta nota.
Complacencia fue lo que se sintió al desandar la conversación brevemente relatada. Impotencia, a la vez, por la falta de espacio y la incapacidad de plasmar con mayor destreza lo fructífero, lo bello de las expresiones vertidas por este catamarqueño que tan orgulloso nos tiene que hacer sentir.
La siesta en que transcurrió esta charla, eso sí, tuvo un valor agregado. Fue un nutriente para la mente.



Patxi Uribe

2 comentarios:

PerroDinamita: dijo...

Hola como estas?

te cuento que lei la columna en el ancasti y como soy medio habitante de la blogosfera me di un giro por aca.

Tbm habite en cordoba unos años (para ser exacto 4 y medio!) asi que me re cabe la tematica del blog.

bueno me pongo a leer las notas...
te invito al mi si??
y si te copa linquea que yo lo linqueo a este blogazo.

te dejo saludos!

Anónimo dijo...

Es una buena descripción, por la forma en que encaras tus textos, teniendo en cuenta las caracteristicas de la nota, lo enriquecedor que se torna el encuentro y tu forma de llevarlo a la letra, a mi gusto, deberia ser mas profundo y extenso. Esa es mi único crítica.