jueves, 31 de julio de 2008

No todos son ponchos

Como nuestro título lo anuncia, no todos son ponchos en la Fiesta Nacional e Internacional del Poncho. Este año, a la par de las costosísimas empanadas, podremos disfrutar de D-PONCHO, con una programación difícilmente comparable en los festivales de nuestro país.
Una vez más, Catamarca está un paso adelante en las últimas tendencias.

miércoles, 23 de julio de 2008

De cómo los sórdidos vientos nórdicos logran entumecer las mentes adustas en los inviernos calientes en el extremo sur del orbe

Algunos no gustan de contar esta historia. Considero que, tarde o temprano, debía ser relatada...

Cuenta la leyenda que en los antiguamente gélidos meses de julio, en una comarca mediterránea de un país austral, los jóvenes, ávidos de enseñanzas y saberes, detenían sus lúgubres vidas para dedicar su tiempo a la meditación y la incorporación de renovadas teorías que pulieran sus enmohecidas mentes. Algunos recuerdan a un sabio que, en un alto de su eterna caminata, dijo a unos cuantos pilluelos que en ese momento estaban de juerga:

“¡Vayan a estudiar, pendejos de mierda!”

Algunos creyentes de aquella antigua narración, tratamos de seguir, con no poca holgazanería, los designios que esconde ese aparentemente claro mensaje.
Discípulos inquebrantables de aquel sabio que por momento detestamos con todo nuestro ser.

jueves, 10 de julio de 2008

Espacio de publicidad


Esto es sólo un recuerdo.

Si quieren leer, hagan click en la imágen. Si no tienen ganas, transcribo las últimas tres líneas, síntesis del "espacio de publicidad":

"La Sociedad Rural Argentina reitera frente a los productores y la ciudadanía en general su apoyo a toda acción que signifique completar el proceso iniciado el 24 de marzo de 1976, para poder lograr así los fines propuestos, que en definitiva son los grandes objetivos nacionales".

lunes, 7 de julio de 2008

Cuerpos hirvientes

Un fuego constante abraza la olla repleta de agua, burbujeante en su irritado hervor.
Los cuerpos caen desprolijos en el cuenco de hierro y se amontonan, hasta que su propio peso hace que se desparramen y comiencen a cocinarse. Lentamente surgen desde el fondo y vuelven a perderse en los abismos amarronados del líquido, que de a poco se va espesando con los pequeños trozos que se despedazan por la acción del constante calor y borboteo del agua cada vez más caldeada. El movimiento parece planificado: allí donde una nueva pieza deja ver su progresiva modificación, otra se escabulle hacia las profundidades del menjurje que humea sin descanso.
Los cuerpos se ablandan, cediendo su estructura al efímero infierno encargado de prepararlos para la pronta degustación.
Aceite, sal, pimienta, comino y pimentón se confabulan, inconscientes de su preciado servicio, para otorgar gusto a aquel informe cúmulo de pedazos.
No hace mucho tiempo lo que ahora se destruye ante el hervor estaba plagado de vida, fulgurante en su existir en el orbe. Su presente es muy distinto; irreversible su devastación.
Una sentencia, corta y simple, signará su destino, cerrará para siempre el ciclo vital: ¡La sopa está lista!