sábado, 29 de diciembre de 2007

Vuelta al pago

Colectivos llenos. El febril ritmo de la terminal de ómnibus cordobesa lo muestra claramente: los jóvenes que poblamos con estudiantil presencia Gran Córdoba, partimos.
La Rioja, Jujuy, Salta, La Pampa o Catamarca, por citar algunos, son los carteles indicadores de los vehículos que mayor cantidad de chicos transportan de regreso a sus provincias.
De esta manera, con la mayoría de los chicos y chicas que vivimos en Córdoba de vuelta en el pago, esta columna dejará de hacerse presente viernes tras viernes.
Sin embargo, el año que viene, para tedio de algunos y alegría de otros, este cronista volverá a requerir de su tiempo para llevarlos de paseo por la mediterránea ciudad, y así conocer un poco más a ese gigantesco y heterogéneo grupo que nos congratulamos en llamar “la changada en Córdoba”.
Pasaron parciales y finales. Pasaron partidos y reuniones. Estudiantes primerizos dejaron de serlo y otros tantos terminaron sus carreras. En paralelo, marcando el proseguir continuo de nuestros días, el 2007 se dispone a pasar también.
Con el año dando sus últimos y acalorados pasos, la changada catamarqueña se encuentra de nuevo en el terruño con el fin de descansar junto a los suyos.
Muchos disfrutarán de un largo receso luego de haber tenido excelentes desempeños académicos; otros, seguramente, partirán a inicios de enero para ponerle el pecho al incipiente 2008, con más dedicación ante los libros. Uno que yo sé estará iniciando su enésima carrera (al que le quepa el sayo que se lo ponga). Otros tantos, también, vendrán a pasar las fiestas para luego regresar a cumplir con sus compromisos laborales.
Todos, sea el tiempo que sea, volveremos a experimentar ese alivio tan reconfortante que es sentirnos en casa, en nuestro hogar. La certeza de saber que al pegar la vuelta estarán aquellas personas y lugares que cuando estamos lejos tanto añoramos; son un reconfortante sin igual para el alma y el corazón. Esta tierra nuestra “a la que llorando dejamos un día” siempre nos espera y nos acoge en sus brazos como una madre serena. Las realidades serán distintas y habrá quienes disfruten en mayor o menor medida el retorno, pero lo cierto es que Catamarca, con todo lo que falta por hacer en ella, es y será nuestra cuna, nuestra matriz.
Por eso, siempre estaremos volviendo…

Patxi Uribe

viernes, 21 de diciembre de 2007

Con acento griego



Caminando con paso tranquilo se acerca a la mesa donde nos reuniremos. Es lógico, con sus 196 centímetros de altura, que sea fácil reconocer la figura de Emiliano Rosales entre las muchas personas que, cayendo la tarde, pululan por las veredas de la calle Rondeau, donde nos encontramos para hablar sobre su vida.
Este catamarqueño de 17 años juega al básquetbol en Atenas de Córdoba desde 2004, por lo que quisimos adentrarnos un poco en sus experiencias y saber cómo vive un chango tan joven como él fuera de la provincia.
En cuanto a lo deportivo, Emiliano mayormente se desempeña en la categoría juveniles, pero es usual que integre el combinado sub-21 del equipo cordobés, e incluso jugó una importante cantidad de minutos en el plantel de primera por la liga local. Recientemente, además, formó parte del conjunto de juveniles que salió sub-campeón cordobés. Sobre la final del certamen, disputada contra Hindú, nuestro entrevistado confesó que “estuvo muy dura”, pero luego aseguró que en Córdoba, el nivel del “griego”, como llaman a Atenas, “es muy superior a los demás”.
Luego de esta reflexión sobre el status de su club, Emiliano opinó que la posibilidad de que mejore el juego en Catamarca se debe a la falta de rivales. “Hay pocos equipos, por eso siempre juegan los mismos y así es difícil que aumente el nivel”, expresó Rosales sobre alguno de los factores que impiden el crecimiento de esta disciplina en nuestra provincia.
La declaración puede causar cierto “ruido” entre quienes la lean, pero la opinión de Emiliano tiene sustento en su experiencia, ya que jugó para Red Star por más de tres años, y no es de sorprender que la comparación entre ambas realidades deportivas haya cimentado su postura sobre el tema.
Sobre su futuro, en tanto, comentó que el año que viene tiene pensado dedicar todo su esfuerzo para “mejorar mi nivel” y de esa manera lograr afianzarse en las categorías mayores. Sin embargo no descartó la opción de pasar a otro club para “ganar minutos en cancha” y luego regresar a Atenas con mayor experiencia.
La dedicación full-time de Emiliano al deporte, vale la pena destacarlo, será posible porque este año finalizó sus estudios secundarios, y si bien tiene pensado estudiar alguna carrera universitaria más adelante, 2008 será un año de desafíos deportivos.
Por lo pronto, disfruta del verano cordobés con sus amigos de la pensión de Atenas, donde vive, o se junta con algunos de sus ex compañeros de Red Star.
Esperemos que, de la mano del esfuerzo, lleguen los frutos anhelados para este catucho con acento griego.

Patxi Uribe

viernes, 14 de diciembre de 2007

Reductos catuchos II: Félix


Ubicado en la calle Balcarce, en barrio Centro, el centro de actividades deportivas del colegio Inmaculado Corazón de María, es inadvertido por la mayoría de los transeúntes que a diario pasan frente a él. Una discreta puerta de chapa da la entrada al recinto, donde una amplia cancha de fútbol 5 preside el lugar. Una tribuna de tres escalones recorre casi todo el lateral izquierdo del campo de juego, y una pequeña sala que hace las veces de depósito y baño terminan de completar el artificial paisaje.
Todas las siestas, durante el año lectivo, los alumnos del citado colegio acuden al pequeño predio para realizar sus actividades físicas. Allí también, en horas de la tarde y hasta bien entrada la noche, acuden aquellos jóvenes, quienes ávidos por desenchufarse de sus actividades a través del arte del balón, hicieron de ese lugar una suerte de templo urbano del fútbol.
De esos muchos chicos que a diario llenan los turnos para jugar al deporte más bello del planeta, somos los catamarqueños quienes más concurrimos al lugar. Puede sonar exagerado, pero sólo bastaría pasar un par de veces a la semana para comprobar la veracidad de tal afirmación. Incluso hay días en los cuales tres o cuatro turnos son reservados por equipos catamarqueños. No resulta extraño, teniendo en cuenta lo anterior, que haya habido tardes en que más de 30 o 40 coterráneos se dieran cita para despuntar el sano vicio del fútbol en “Félix”.
Qué tendrá que ver la palabra Félix en todo esto, preguntarán. Es muy simple: Félix es en realidad el nombre que para muchos de nosotros tiene el sitio sobre el que estamos haciendo mención. “Jugamos en Félix a las 6”, o “Te esperamos en Félix, ¿venís?” suelen ser los mensajes de texto más usuales a la hora de la citación para un partido. Ocurre que el cordobés Félix Aldeco, de 48 años, es el encargado de mantener en buen estado la cancha, y además administra los turnos para disponer de una hora de juego.
De esta manera, con el paso de los años y la renovación constante de comprovincianos, “Félix” se fue convirtiendo en un centro futbolístico al cual acuden casi todos los futboleros catamarqueños. Sin lugar a dudas, es un reducto catucho por excelencia.
Así como en Catamarca tenemos “Villalobos” o “Paddle Luck”, en Córdoba no añoramos los campos del pago, porque transpiramos apasionadamente sobre los mosaicos de “Félix”.

Patxi Uribe

viernes, 7 de diciembre de 2007

Agradables resabios sonoros


Con un estilo similar al de “La Renga” por la potencia de sus interpretaciones y la grave voz de su cantante, “Resabio” se presentó el viernes pasado en un clásico sitio para escuchar rock del bueno como es “María María”. Fue nuestro coterráneo Adrián Seco, baterista del grupo, quien nos invitó a presenciar el espectáculo.
Al llegar aún se estaban realizando las pruebas de sonido, por lo que se dio la oportunidad de conocer un poco su vida y también la del grupo que integra desde marzo del año pasado. Acerca de la banda, Adrián comentó que su estilo es una mixtura entre rock n’ roll y hard rock, y que todos los temas que tocan son propios.
Más allá de que aquella noche se lo pudo ver más que integrado a la maquinaria de “Resabio”, su llegada al grupo no fue sencilla. Todo comenzó cuando dio con uno de los tantos papeles que bandas de todo género suelen desperdigar por el centro cordobés en busca del músico que les falta para iniciar su rumbo. “Se busca baterista”, era la consigna de aquel panfleto, al que Adrián respondió llamando al teléfono que se indicaba. Luego de varias pruebas, quedaron en pugna por el puesto de “batero” él y otra persona, que tenía en su currículum la chapa de ser el baterista del cuartetero Jean Carlos. Pero este muchacho, al parecer, no tenía el tiempo necesario como para ensayar. Entonces, reconoce Adrián entre risas y con humildad, “como no les quedaba otra me eligieron a mí”.
Eso ya es historia para este catamarqueño que además de dedicarle buena parte de su tiempo al ritmo de los tambores, platillos y demás elementos de la “bata”, también estudió mecánica dental. Y hablamos en pasado no porque haya abandonado, sino porque en julio de este año Adrián terminó esa carrera.
Siguiendo por los senderos musicales, Adrián recordó con cierta nostalgia su pasado en bandas catamarqueñas como “Marvin”, o “Sálvame Jebús” donde, aseguró, “fui creciendo mucho en lo musical, robando cositas de los grupos que me gustan escuchar”, entre los que se encuentran grandes del ámbito nacional como “Divididos”, o intocables e inigualables mundialmente como “Queen”. Opinó además que “en Catamarca faltan lugares para tocar, y otra cosa que está fallando es que mandan las bandas que hacen covers, por eso no pueden surgir”.
Había comenzado a comentarme que el año que viene tienen previsto tocar en Salta el 3 y 5 de enero próximos, y que están buscando fecha y lugar para tocar por segunda vez en Catamarca, cuando se nos acercó el bajista del grupo con un mensaje más que elocuente: “hay que subir, pibe”.
Dio un último sorbo de cerveza y se despidió. Solo restaba disfrutar del rock, y regresar a hacer esta escueta nota.

Patxi Uribe